Capítulo 17

42 7 0
                                    

Dedicado a Yenifer Cruz Vital.


Era posible, dicen que nada es imposible pero acaso Celia llegaría a amar a Mike, primero debía olvidar a Santiago o ¿no?sin importar las cosas que haya pasado tres años de noviazgo no era cualquier cosa y menos fácil de olvidar.

Celia se sentía algo tranquila y con algo de paz, estaba empezando una pequeña relación con Mike a ver como las cosas le iban y bueno todo estaba hiendo bien sólo que todavía no había hablado de aquello con Sarah.

—De verdad que no quieres que te acompañe —Mike se cruzó de brazos con pocas intensiones de irse.

—Mike —Celia sonrió y cerró la puerta. —estaré bien, sólo será un simple chequeo, en la próxima me acompañas ¿te parece?

Mike vaciló pero asintió. — Está bien, cuídate —se acercó, le besó la nuca y se marchó.

Celia emprendió su viaje a la clínica, pensaba que todo estaba bien ya que tuvo muy pocas alteraciones y se había relajado bastante.

Sentada en la sala de espera esperó su turno lo cual faltaba poco, mientras esperaba se distrajo con su cell. Le extraño no ver a la señora Masson, ya que siempre paseaba por las salas y venía a ver a los pacientes en espera pero hoy no la había visto hacerlo ni de lejos

Cuando llegó su turno, con una gran sonrisa entró a la habitación topándose con una gran sorpresa, en vez de ver a la Dra Masson vió a aquel hombre después de tanto tiempo.

Santiago quien estaba concentrado en algo, alzó la cabeza para ver el siguiente cliente y al igual que Celia su cara fue de gran asombro. Se sintió feliz, tenía tantas ganas de abrazar a la chica pero los dos sabían que sería un incómodo momento.

—Hola —saludó Celia tratando de sonar normal, estaba súper nerviosa, no se esperaba éste repentino encuentro.

—¿Qué-que haces aquí?— preguntó Santiago parándose.

—Vine un día después de ti, sería una tortura seguir ahí —confesó Celia jugando con sus manos entrelazadas mientras daba pequeños pasos hacia delante.

Santiago se paró frustrado y la abrazó sin pensar, Celia sin poder evitarlo lo abrazó igual fundiendo su cabeza en el hombro de aquel hombre de ojos negros que tanta falta la hacía pero debía superarlo.

—No sabes cuanto me alegra verte —susurró Santiago acariciando su cabellera. —, no quiero nada, sólo estar a tu lado, no que vuelvas conmigo sólo acompañarte y a mi hijo.

Celia abrió los ojos y observó alrededor tratando de no llorar, sus ojos ya estaban cristalizados pero no quería llorar. Sentía las ganas de decirle la verdad a Santiago pero lo estaría lastimando y era normal esperar cualquier acto de locura de parte de Santiago porque ningún hombre hecho y derecho permitiría que le negase como padre de su hijo.

—No te preocupes —Celia se alejó lentamente y lo miró a los ojos. —, es tu hijo y tienes derecho, que hayamos terminado no significa que no puedas saber nada de mí —explicó.

—Al menos puedo ser tu amigo —dijo Santiago con resignación.

Celia asintió. —Sí, ignorar nos será hacernos más daño.

—¿Todo está bien?¿qué has hecho?—habló Santiago rápidamente nervioso. — siéntate —ordenó sentándose.

Celia sonrió y se sentó. —Estoy bien, todo está bien, me estoy cuidando como se debe —explicó.

Un pecado que pagar  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora