Capítulo 30

48 6 0
                                    


Las personas abajo solo escuchaban sus gritos y se estremecían, ¿que sería de subir y ver el escándalo?

—Ellos jamás habían discutido desde que llegaron, no de esa forma. —comentó la señora Samantha sorprendida. No estaba fingiendo, en verdad estaba sorprendida de aquello.

—Y jamás lo habían hecho antes. —agregó Leah. —,Celia siempre encontraba la manera de calmar a Santiago y muy pocas veces discutían.

—¿Deberíamos pararlos?—preguntó Leslían mirando a su madre.

Todos negaron con la cabeza levemente.

—Dejemos los.

El rostro de Santiago cambió inmediatamente a uno de furia, al escuchar la mención de Caroline.

—Sigues resentida con eso ¿verdad?—preguntó Santiago dándole al blanco.

Fue el turno de Santiago de herirla y lo había conseguido, ella detestaba con todas sus fuerzas que le dijera resentida cuando no lo estaba.

—Vez Santiago. —arqueó una ceja con ironía. —, vuelves con eso de que estoy resentida, nunca aceptas tus culpas. Yo siempre he sido la que tiene que perdonar sin pensar, pero tú, has puesto una barrera muy grande entre nosotros aún cuando acepté todo lo que propusieron solo por negarlo cuando estaba en todo mi derecho.

—¡No lo estabas Celia!fuiste egoísta, ¡yo traté de arreglar las cosas, lo intenté!—gritó Santiago eufórico.

Celia rió sarcásticamente.

—¿Trataste de enmendar tu o error o de empezar de nuevo?que nos casemos no hará que nos perdonemos o que nos cambie. No me quiero casar contigo Santiago. —lo miró fijamente a los ojos. —, tu tampoco, antes de querer hacer eso, madura y enfrentemos esto.

—¡¿Madurar?!lo dices cuando no has querido tocar el tema, me pregunto ¿porqué no te dejé casarte con Mike?de todas maneras nada cambiaría.

—¡La solución siempre fue sencilla, es porque eres tan rencoroso!

—Él siempre será mejor que yo ¿verdad?tanto que merecía ser el padre de mi hijo.

Celia quedó impactada con cada palabra, un gran nudo se formó en su garganta, ya no podía hablar, tampoco pensaba en hacerlo más, el la había herido en lo más profundo. Seguía con eso de lo de Mike que la lastimaba tanto recordar y que viniera de Santiago de ésa manera.

—Me di cuenta. —dijo sin mirarlo a los ojos mientras gruesas lágrimas rodaban de su mejilla. —, solo te pedí que lo superaras, yo decidí hacerlo al venir aquí, a eso me refiero con que yo siempre soy la que debe perdonar, al parecer yo no merezco ser perdonada, no te he rechazado por eso, me creas o ¿no?me importa un comino, ahora sal de mi habitación.

—No hemos terminado. —aclaró Santiago. —, terminemos con esto.

—¡Sal Santiago!—gritó levantando la cabeza y señalando la puerta con su dedo. Santiago se quedó inmóvil y Celia se enfureció aún más. —, ¡lárgate!

Cuando escuchó el ruido de la puerta cerrarse de golpe, se tumbó en la cama inmediatamente echándose a llorar. No entendía porque ése dolor no se iba, porque ése amor del que ambos antes disfrutaban se había convertido en infierno, una cruz pesada que cargar, pero dicen que Dios nos da una carga que sabe que podemos cargar. Lloró hasta quedarse sin más lágrimas que derramar y solo estaba ahí en aquella habitación sollozando cada vez menos hasta tranquilizarse.

El ruido de la puerta abriéndose despacio la puso en alerta y se arrepintió de no haberse parado y ponerle seguro a la puerta.

—Tu madre y hermana ya se van, ¿no vas a despedirte?—escuchó la voz de Leah pero no hubo reacción alguna en ella.

Un pecado que pagar  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora