Capítulo 40

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Faltaba sólo un mes para que tuviera muy pronto a su hijo en brazos, todos estaba muy contentos por el sexo, pero aún no se había decidido en dejar que ninguno la vieran, ni siquiera su madre.

Entró a la cocina y vio a Santiago de espaldas hablando por teléfono.

—Está bien, iré.

Esperó a que colgara para saber de que se trataba.

—Debo ir con mi madre —Eso la dejó helada.

—Se supone que la que está enferma es la oxigenada esa —escupió molesta.

—Sí, pero no es sólo eso, mi madre está en problemas, simplemente iré a ayudarla y volveré inmediatamente, no tomará ni tres días creo.

—No creo nada de eso, podía ser otra de sus ideas, además nuestro hijo pronto va a nacer, no tenemos fecha exacta, ¿me vas dejar sola?

—Enviaré a Leah, amor, por favor no hagas esto.

—No es rencor, ni odio, dijiste que nosotros estábamos primero que ellos, ¡demuestralo!

—Eso no tiene que ver...

—Vas a arrepentirte si te vas, Santiago —Amenazó, le dolía hacer aquello pero era la verdad, él no estaba cumpliendo su promesa, otra vez elegía a su familia sobre ellos.

—No digas eso Celia —Se acercó a ella para tomarla de las manos.

—Vete, vete Santiago. Vete con tu madre ella tw necesita muchísimo, espero y no sea otra de sus ocurrencias —Sin más se fue directo a la recámara.

Más tarde cuando bajó se topó con la realidad, él se había ido, le dolía, esperaba que al menos lo pensara. Inmediatamente empezó a empacar sus cosas, cumpliría su amenaza, Santiago se arrepentiría de haberse ido, pero esperaría un día.

Leah llegó inmediatamente, le contó lo que pretendía y como siempre ella la apoyaba en todo, aún siendo el hermano del padre de su hijo.

—Santiago volvió a caer, no lo voy a defender.

Leah la convenció de que se quedara un día más y así lo hizo, ya tenía listo donde se alojaría, se dejaría ver por sus familiares, pasaría los últimos meses junto a su madre y hermana pero en la ciudad, sólo que en otro departamento.

—Ten, llegó esto —Leah le entregó un sobre.

—Se supone que no tengo a nadie más... Seguro es de Santiago —Miró el sobre y luego decidió abrirlo, eran varias fotos en las su aparecía Santiago, en una abrazado a la rubia, otras muy cercanos, otra tomados de la mano. —. Mira —Logró objetar.

Leah le quitó un par y las observó.

—No juegues —Abrió los ojos un poco más. —. Esto debe ser obra de mi madre.

—Sea o no, da igual. Tu hermano la eligió —Celia le arrebató las fotos y las tiró a la cama. —. Vámonos, por nada del mundo le digas donde me estoy quedando —Tomó su maleta.

Leah asintió sin decir nada, sabía que Celia estaba en todo su derecho de hacer aquello. Tomó la otra maleta de ella y la acompañó.

Santiago en la casa de su madre trataba de resolver el problema que había sucedido en la empresa, al final sus padres siempre terminaban llamándolo para que arreglara sus problemas por ellos, y como buen hijo siempre iba.

Su madre había tenido ciertos supuestos ataques al corazón.

—El hospital es el fuente de ingreso de la empresa pero ya no lo es, esa es la cosa, les presté dinero para que pagaran su deuda pero no volverá a pasar. 

—No puedes quitar el hospital como...

—Si puedo, ustedes sólo han gozado de todo lo que he hecho como profesional, ahora trabajen y manejen su empresa, yo tengo grandes cosas que hacer, como asegurar el futuro de mi hijo —Sin más salió del despacho de su padre para irse, Celia no le había tomado ni una llamada y eso le preocupaba, aunque estaba seguro de que si hubiese algo malo Leah ya le habría avisado.

—¡Hijo!

Ignoró los gritos de su madre, se subió a su auto y manejó con algo de velocidad hacia el apartamento.

Cuando llegó, el silencio fue su bienvenida, estaba asustado, Celia le había advertido de una manera tan amenazante que temía que fuera capaz de irse.

Cuando entró a la habitación supo que ella hablaba en serio. Miró sobre la cama y vio las fotos, las tomó, y las miró rápidamente, las lanzó hacia un lado y se maldijo por haber sido usado nuevamente por su madre, simplemente estaba consolando a Estephany quien estaba pasando por un mal momento en su enfermada, o eso le hicieron creer.

Desesperado empezó a marcarle a Celia pero ella no tomaba sus llamadas, llamó a su hermana pero ésta tampoco contestaba.

No lo dudó y empezó a buscarla como loco pero no daba con ella. Con un mal sabor de amargura se quedó en el apartamento, la ausencia de Celia lo mataba y no sólo eso, la culpa, ella le había advertido, lo que menos quería era que estuviera sola cuando faltaba tan poco para que diera a luz.

Tiempo después.

—Algo debes de saber, Leah.

Leah mordió su labio, simplemente había dejado a Celia en un lugar pero no sabía el apartamento donde se estaba quedando, era lo mejor, por compasión podría decirle a su hermano pero si no sabía, no podía.

—Está a punto de dar a luz, no puede estar sola.

—Eso debiste pensarlo antes de dejarla sola y irte tras mamá —Le dijo Leah sin pensar en sus palabras.

—Lo sé —Santiago pasó su mano por su rostro frustrado.

—Cálmate ¿quieres? Deja de llamarla, dale tiempo, no hagas que se vaya de la ciudad.

—¿Crees que estaré tranquilo si no está a mi lado? Leah hasta que no la encuentre no estaré tranquilo, eso ten lo seguro.

—Pues, te aguantas. Nadie te manda.

—Está bien, me aguantaré, sólo ésta semana, la llamaré y si no contesta, capaz y hago que la rastreen.

—No me sorprendería, padre primerizo —Su hermana se burló.

—Sabes que amo a Celia.

—Pero eres tonto, más cuando se trata de mamá.

—No volveré a caer —Él negó con la cabeza.

—Me imaginó que no, a menos que hables mandarín. Mamá es egoísta, sólo piensa en ella, pensé que ya te había quedado claro eso —Leah pasó a sentarse junto a él, se había parado para discutirle. —. Una vez dijiste que Celia era lo único bonito de tu vida, de todo lo que habías tenido, y lo es, también ha sido algo lindo que me ha pasado, después de eso no creo que tengamos algo bonito.

—Así es —Santiago la miró a los ojos. —. Y por eso siempre pelearé por ella, le daré su tiempo y la recuperaré.

—Le dolió que te fueras a la primera sin pensar, sin pensar en ellos, una vez elegiste sobre ellos.

—Lo sé, pensé que mamá estaba enferma y que en ése momento me necesitaba más que ella.

Un pecado que pagar  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora