Cual leoncito enjaulado, Annie Brighton recorría de un lado para el otro su habitación. Estaba tan molesta consigo misma, porque para esa tarde de domingo, se había mandado confeccionar un vestido especial para asistir a la casa de los Andrew motivada por los deseos de encontrarse allá con Anthony, ya que en el colegio raramente coincidían, y eso, sólo en horario de misa.
A lo que, conociendo el interés de la morena para con su primo, burlona, Eliza había aguardado hasta el último momento para comentarle del por qué el rubio no estuvo presente en la reunión, no quedándole de otra a Annie más que seguir fingiendo su interés por Archie quien si bien éste no tenía sentimientos amorosos para con ella, el paladín elegante reconocía que ese cambio de actitud en la pelinegra, le atraía bastante, más no lo suficiente para olvidar a su linda gatita, que conforme la conversación entablada de ese día, Stear y Archie no dejaron de expresar maravillas referentes a Candy.
De tan sólo recordar lo felices de los rostros de aquellos a la sola mención de la pecosa rubia, Annie detuvo sus pasos en frente de su tocador para tomar el cepillo y estrellarlo con berrinche tal contra el piso.
Mayormente molesta salió de su habitación; no obstante, al doblar a la esquina del pasillo de dormitorios, tropezó con el menudo cuerpo de Patricia O'Brien, la cual, a pesar de no haber sido su falta, la chica de lentes se disculpó, recibiendo a cambio: un pujido grosero lleno de indiferencia.
Conforme la veía alejarse, la morena de ojos negros lo que tenía de inteligente lo tenía de retraída; y por lo mismo, amistades no lograba hacer y lo único que le hacía compañía en sus charlas, era su mascota Yuly que esa tarde, después de regresar de haber estado con su familia, la joven le llevaba de comer al animalito como lo hacía todas las tardes.
Sola, entretenida y sentada sobre el césped, Patty, mientras sostenía a la tortuga en sus manos, la alimentaba y le hablaba. De pronto, la presencia de un joven que se paró en frente de ella, la hizo brincar sobre su lugar y mirarle con temor.
Sonriendo socarronamente y sin ningún motivo en especial más que instado por su diablura, Neil Legan, quien no tenía nada que hacer más que molestar al que se dejara, arrebató rápidamente de las manos de la morena al pequeño animal; consiguientemente, la observó, y al notar la mirada suplicante y casi llorosa de Patty, a ésta le preguntaba:
— ¿La quieres devuelta?
La inocente chica asintió positivamente con la cabeza, al serle imposible pronunciar palabra, pero como respuesta, obtenía indicación:
— Entonces, ve por ella
Con toda la saña del mundo, el chico Legan, como si fuera una pelota de baseball, lanzó a la tortuga por los aires, cayendo el reptil a varios metros de distancia.
Por supuesto, el malicioso moreno, ante el grito desesperado de Patty, rió perversamente sin saber que su travesura iba a costarle caro, y es que...
Terruce, —quien acostumbraba pasearse por la cima de la colina y posteriormente le gustaba treparse en la rama más gruesa del mismo árbol donde Patty guardaba su tesoro y del cual el castaño estaba enterado—, al observar el desagradable espectáculo e impulsado por el coraje ante el aprovechado aquél, saltó; y silenciosamente, cayó en el césped a unos cuantos pasos de separación de Neil.
Éste, burlón, seguía el camino que la pobre Patty despavorida había tomado en busca de su mascota, no percatándose el moreno que alguien ya estaba a sus espaldas, y que cuando se giró, su rostro recibió un fuerte proyectil que lo hizo trastabillar; pero el segundo recibido logró mandarlo al suelo.
Desde ahí y con ojos azorados, Neil miró a su agresor; y limpiándose el hilillo de sangre que de su boca salía, escuchaba al estársele ordenando enérgicamente:
— ¡Tú la lanzaste, tú irás a buscarla!
Tomándolo por las solapas del saco, Terruce levantó al chico Legan, y a empellones lo llevó hasta donde Patty buscaba incesantemente entre matorrales a su mascota perdida.
Por varios instantes, el joven obedeció el mandato; más, aprovechando que el castaño se distrajo al ver cuando la morena frustrada de no encontrar a Yuly se dejaba caer en el césped para llorar desconsoladamente, Neil Legan se escapó, prometiendo vengarse por los golpes recibidos, pero más de la humillación.
Serena, Patty se levantó; y sin mirar a Terruce, a éste le agradeció por su intervención.
Ulteriormente, la chica se fue corriendo hacia el área de dormitorios sin darle tiempo al otro de responderle.
En el momento de que Eliza se enterara del percance ocurrido de su hermano con el "chico malo" de Granchester, Patty se convirtió en víctima fácil de burlas y de abusos tanto de la pelirroja como de Annie, sólo para intentar llamar la atención de aquel guapo rebelde que era hueso difícil de roer.
Empero, una tarde, en la biblioteca del colegio, el grupo de compañeras que pelirroja y morena habían formado, se reunían ahí para exigir sus tareas a Patty.
Stear, —quien gracias a sus divertidos inventos recorría el recinto en busca de unos libros de ingeniería—, notó el modo en que la morena de lentes era tratada precisamente por su prima Legan; y escuchó claramente y con prepotencia cuando le ordenaba a la chica que se mantenía con la cabeza agachada y sólo decía "Sí" a lo que le pedían.
Cuando las jóvenes se retiraron, Patty se dejó caer sobre la silla, y apoyando sus codos en la mesa, comenzó a llorar llena de frustración.
Eso, al guapo paladín inventor, le conmovió, además de molestarse por la acción de su pariente; así que, dejando su actividad, fue hacia donde ella para ofrecerle gentilmente:
— ¿Necesitas ayuda?
La morena al oírlo se sobresaltó y se puso de pie intentando huir; pero Stear fue más rápido que ella y se lo impidió solicitándole:
— Déjame hacerlo —, como si con ello pagara él por la falta cometida de su prima.
Por la mirada compasiva y la manera tan gentil de ser tratada por Stear, Patty, nuevamente agachó la cabeza, y por lo bajo, aceptó.
El ingenioso paladín tomando la barbilla de la morena le levantó la cara para obligarla a mirarle a los ojos, asegurándole el joven:
— No volverás a pasar por esto. Te lo prometo
... quedando Patty O'Brien enamorada de aquél desde ese justo momento.
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UNA CHICA QUE VALE ORO
FanficAcusada de ladrona, Candy deberá cumplir su pena yendo a México sin haber podido despedirse de sus amigos, los cuales harán lo imposible porque regrese; sin embargo, ella tomará una decisión que la llevará a la felicidad. * * * * * * * * * Historia...