Parte 9

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Por el cuadro presentado, posible cuadriplejia era el diagnóstico fatal del médico; siendo las reacciones de: Eliza, quien lloró y corrió a abrazarse a la señora Elroy, la cual sólo cerró los ojos por el infortunio de su guapo nieto; mientras que Stear, con derrota, se dejaba caer para quedar sentado de cuclillas en lo que Archie, furioso, se volteaba y gritaba responsabilizando a Terruce del accidente de su apreciado primo.

Stear, al ver la agresión de su hermano, se levantó para detenerlo antes de que el paladín elegante se lanzara a golpes contra el desconcertado castaño, que ignorándole y titubeante, quiso alentarse:

— Pero hay posibilidades de que se recupere del todo, ¿verdad?

Por la mirada proyectada del galeno, las probabilidades eran pocas; más, el conocedor en la materia los animaría:

— Veamos cómo va reaccionando con intensa rehabilitación.

Consiguientemente de palmear el brazo del joven preocupado, el doctor se retiró, siguiéndole casi enseguida el castaño que...

A pesar de que su hermano trataba de controlarlo, Archie se zafó y fue detrás de Terruce.

Éste fue alcanzado cuando descendía por las escalinatas afuera del nosocomio. Con brusquedad lo tomaron del brazo y lo hicieron girar para gritarle:

— ¡Maldito arrogante, por tu culpa Anthony ha quedado así!

De inmediato, Archie le soltó un puñetazo al joven aristócrata, el cual fácilmente logró esquivar el golpe y no dejándose amedrentar.

Sin embargo, estaban a punto de responder a la agresión cuando Stear apareció, e increíblemente calmado pedía:

— Terruce, disculpa a mi hermano, pero deberás comprender que no es fácil para nosotros esta lamentable situación.

— ¡Para mí tampoco lo es, y no por eso me harán responsable de algo que no cometí! — hubo respondido el castaño.

— ¡¿Entonces a quién, bastardo malparido?! ¡¿qué no era tuyo el auto?!

Con el calificativo empleado, Granchester perdió la poco serenidad que mostraba; y tomando las solapas del saco de Archie, a éste lo llevó hasta la pared; y ahí lo sorrajó fuertemente contra ella diciéndole energúmenamente amenazante:

— ¡Vuelves a llamarme así y te juro que lo lamentarás seriamente, Cornwell!

Stear nuevamente intervino; y como pudo, quitó al castaño de encima de su hermano.

Aun así, Terruce se defendía alegando:

— "Alguien" descompuso los frenos del auto.

Archie, ya habiéndose acomodado el desajustado saco, pujó sarcástico y ladraría:

— ¡Eso es imposible! ¿Qué no "supuestamente" era nuevo?

— ¡Si me crees o no, allá ese sea tu problema!

Y como el castaño estaba muy seguro de conocer al responsable, les advertía a los hermanos:

— Pero téngalo por presente que quién haya sido "el gracioso" causante de esto, la pagará duramente.

Acto seguido de mirarlos con furia ahora sí Terry se alejó, dejando a los hermanos en un estado de confusión que se hizo mayor cuando se enteraron que Neil Legan hubo sido mandado de regreso a América, y de Anthony escucharon la versión de los hechos.

. . . . . .

El par de jóvenes, al dejar el instituto San Pablo, habían tomado un rumbo sin destino. Y conforme se alejaban, iban dejando atrás la ciudad para notarse los extensos valles.

El primero en haber manejado había sido Terruce; después de unas rectas millas recorridas se fue reduciendo la velocidad hasta que el auto se detuvo por completo para hacer el cambio de lugares.

Por otro tramo igual Anthony había conducido, pero al iniciar el declive y sentir la velocidad que el vehículo tomaba, los jóvenes se miraron entre sí.

Terruce había ordenado al conductor que frenara; más, el rubio ya lo llevaba intentando desde el momento que el descenso comenzara.

Los ojos del castaño se posaron en el pedal de los frenos y miraba como el pie del piloto incesantemente lo presionaba obteniendo no reacción.

Por ende, el dueño del vehículo le ordenó a su acompañante saltara antes de que llegaran a la curva que se veía vecina.

De inmediato así lo hicieron lográndolo únicamente Terruce, porque Anthony, al intentarlo, su pantalón en alguna parte se atoró, llevándoselo consigo el auto que ya iba en dirección al vacío.

Cuando el castaño corrió y llegó al pie del precipicio, desde ahí observó que el carro todavía iba cayendo y dando piruetas, pero al distinguir el cuerpo de Anthony, emprendió nueva carrera y se dirigió a él para saber de su estado de conciencia.

Al quedar boca abajo, Terruce giró el cuerpo y lo llamó varias veces, apoderándose el pánico de él al no recibir respuesta; entonces, dejándolo nuevamente sobre tierra, el castaño subió el peñasco para pedir pronto auxilio.

. . . . . . . .

Por todas las muestras de preocupación por parte del hijo del Duque y la atención desmedida de éste que exigía para con el convaleciente, conforme los días pasaban haciéndose luego meses, Archie comprendió que había juzgado erróneamente al castaño; y como el paladín elegante también era de noble corazón aprovechando que Terruce visitaba a su primo como siempre lo hacía desde ocurrido el accidente, y después de su rutina de rehabilitación, le aguardó a la salida del hospital para disculparse sinceramente.

Pero en lo que los jóvenes estrechaban manos para poner paz entre ellos, en la calle anunciaban con horror:

— ¡La guerra ha sido declarada!

Entre ellos los ánimos se tensaron; y los miembros del Clan Andrew fueron reunidos prontamente para ser informados.

Para agregar males, Stear, —después de pensarlo—, aprovecharía el momento para compartir a sus familiares:

— Me alistaré para ir al frente de batalla.

El primero en reaccionar tempestivamente, por supuesto, era su hermano que le gritaba casi en la cara:

— ¡No estoy de acuerdo!

— Está decidido, Archie.

— ¡Yo me niego en definitivo, Stear, porque para mí, esta guerra no es de nosotros!

— Estás pensando egoístamente, hermano.

— ¡No lo creo!

Para nada, el guapo elegante dejaba su enojo y continuó diciendo:

— ¡Eres tú quien se está cubriendo con la cobija del egoísmo, porque quieres dejarme solo con Anthony, cuando él, está haciendo el mayor de los esfuerzos por recuperarse, y si te sabe lejos y en constante peligro, lo único que provocarás será angustiarle, y eso puede afectarle en el increíble progreso que ha estado consiguiendo!

Los dos paladines carnales se miraron fija y profundamente. Archie, ventajoso de que Stear bajaba la mirada, concluía con lo siguiente:

— Ahora, si muchos deseos tienes de luchar, une alianzas conmigo, hermano, y juntos saquemos a nuestro primo adelante, si es que en verdad nos quieres. Además, ¿no acabas de escuchar que el Tío Abuelo Williams ha ordenado que ¡TODOS! debemos regresar a América? Sin dejar de mencionar que ¿nos tiene una sorpresa?

Con el aliciente, todos pudieron hacer el viaje "gracias" a que Alemania, después del hundimiento del barco Lusitania en 1915, corrigió "su error" y pactó no atacar a más barcos de pasajeros.

Por lo tanto, los jóvenes incluyendo a Terruce, —quien con suma insistencia fue finalmente convencido por su amigo Anthony, y hasta la tímida Patricia O'Brien con su mascota que había sido encontrada por el rebelde—, marcharon a América desembarcando en el puerto de Boston, Massachusetts en la primavera de 1916.

UNA CHICA QUE VALE ORODonde viven las historias. Descúbrelo ahora