Cuatro jóvenes sentados alrededor de la mesa disfrutaban de sus alimentos y de su grata compañía, pudiéndose notar que a pesar de la sencillez con que vivían, sus rostros mostraban enorme felicidad.
En eso, la cocinera preguntaba:
— ¿A quién le toca los trastos hoy?
Obviamente, los del sexo masculino alegaron con horror que a ellos ¡NO! saliendo la rubia a su rescate al ofrecer:
— No te preocupes, Luna, de eso me encargo yo
Casi enseguida, la chica se puso de pie. Tomó su plato, taza y cubiertos, haciendo que los demás hicieran lo mismo.
Al estar preparando la espuma para tallarlos, el timbre de la puerta sonó. La rubia no le prestó caso por haberse concentrado en su actividad, y por lo mismo, no supo nada, sino hasta pasados unos segundos.
— Coral — la chica Luna la llamó en murmullos.
La nombrada se giró; y al observar la actitud sospechosa de la trigueña quiso saber:
— ¿Qué pasa?
Con señales de urgencia, Luna la hizo ir a ella.
Ya que la tuvo cerca, la tomó de la mano y la condujo hasta la puerta.
Ahí, le hizo mirar por la mirilla; y cuando la rubia distinguió al que estaba del otro lado, un gracioso brinco pegó y espantada... retrocedió.
. . . . . . .
¿Cuál fue la sorpresa encontrada en América?
La presentación familiar del Tío Abuelo William Albert Andrew: un hombre que cuando mucho contaba con 25 años de edad y que sólo por la complexión alta y fornida de éste, era muy idéntico a Anthony al que se le informó, estando en Boston, de su cercano parentesco.
Para hacer el reconocimiento oficial, llamaron únicamente a los jefes principales del Clan quienes reunidos alrededor de una elegante mesa y en privado, éstos se fueron presentando uno a uno ante el patriarca.
Por supuesto, al llegar a Chicago, el plan de la Tía Abuela Elroy era anunciarlo ante la sociedad con bombos y trompetas; pero debido a la condición lastimera de Anthony, la dama fue convencida de dejar ese evento para otra oportunidad.
Por su parte, el joven rubio alegó que por él no se detuviera nada, admirando todos sus ánimos a seguir adelante, y los cuales se reflejaban en cada progreso que obtenía.
Y es que, desde su accidente y el diagnóstico presentado, lo único que le hacía falta al paladín jardinero para estar completamente recuperado, era levantarse de la silla de ruedas, porque sus extremidades superiores ya tenían absoluta movilidad.
Más, lo que en verdad a Anthony le motivaba a superar su trauma, era la esperanza, de que al estar en constante contacto con su tío, éste finalmente diera con la aparición de Candy.
Cuando el magnate le comentó de su insistente, pero frustrada búsqueda, Anthony lamentablemente dejó de lado su rehabilitación para concentrarse nuevamente en el cultivo de sus rosas. Y lo cual sería notificado por medio de una carta a Terruce en cuanto éste se reportara y anunciara su llegada a Chicago.
Mientras eso ocurría, lo siguiente pasaba en Nueva York: una escena por demás divertida donde el silencio gobernaba en el lugar; además, se divisaba a una rubia sentada en el sofá, y que sumamente nerviosa, jugaba sus manos y tenía pegada su mirada en el suelo, plus, a sus espaldas estaban parados dos jóvenes, los cuales con los brazos cruzados y con ceños sumamente fruncidos no despegaban su desconfiada mirada de aquel intruso castaño, que con elegante porte, ocupaba el sillón individual de aquella sala, en lo que una trigueña hincada al frente de la mesa de centro, servía té únicamente para dos.
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UNA CHICA QUE VALE ORO
FanficAcusada de ladrona, Candy deberá cumplir su pena yendo a México sin haber podido despedirse de sus amigos, los cuales harán lo imposible porque regrese; sin embargo, ella tomará una decisión que la llevará a la felicidad. * * * * * * * * * Historia...