Parte 28

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En cuanto las personas de Stear y Terruce se perdieron al cruzar el umbral de la puerta del despacho, sin cortesía alguna, Annie y Eliza se levantaron de sus lugares ocupados en la sala; y este par "viborezco" lo había hecho con la clara intención de alejarse de Patty y Martha y así poder cuchichear, como era su mala educación, secreta e "interesadamente" sobre la petición escuchada.

Sin embargo, las jóvenes todavía no llegaban a un salón privado cuando escucharon nuevamente la puerta abrirse; y ellas, al girarse, se encontraron con que el grupo Andrew abandonaba la oficina.

Rápidamente, la morena, con la excusa de la atención desmedida para con la salud de Anthony, fue hacia él para darle los buenos días y preguntarle con tiple:

— ¿Ya tomaste la medicina de la mañana?

El guapo jardinero, simplemente hizo un gesto olvidado. Y ella para seguir con la barbería, se ofrecía:

— No te preocupes, enseguida te la traigo yo

La ojo azul emprendió camino en dirección hacia la habitación masculina que al quedar ésta, a unos cuantos metros de distancia del despacho, Annie al pasar cerca, miró de reojo la puerta donde del otro lado estaban la rubia y el castaño; más, la joven se siguió de largo para ingresar a la recámara de Anthony.

Cuando lo hizo, después de tomar el medicamento, en lugar de buscar la puerta por donde entró, Annie salió por el balcón que también conectaba al jardín; siendo la curiosidad quien la llevara a saltar arbustos, adentrarse por el césped recién mojado y llegar hasta el pie del ventanal para espiar lo que su "ex hermana" pudiera estar tratando privadamente con el guapo futuro duque.

Lamentablemente, su morbo la hizo llegar un poquitín tarde, y aunque le era imposible de escuchar lo que aquellos hablaban, Annie sólo distinguió el segundo beso que había sido menos intenso que el primero; y también cuando la pareja, tomada de la mano, se sentó en el sofá para continuar entretenidamente su conservación dándose, a partir de ese momento, únicamente besos en las manos femeninas, dejando con eso a la morena inconforme, ya que se había quedado ahí hasta que Coral y Terruce salieron del despacho.

Pero, la pelinegra tampoco se había percatado que alguien más también la había pillado en su "educada" acción y esos eran nada menos que Luna y sus hermanos.

. . .

Después de acordar que Coral hablaría finalmente con Anthony en la primera oportunidad que tuviera, la pareja salió para ir a reunirse con el grupo de amigos que les aguardaba impacientemente en la misma sala, siendo Archie el primero que se pusiera rápidamente de pie, y del mismo modo fue al encuentro de la rubia.

Al estar cerca de ella, Cornwell la tomó del brazo, y envidiosamente la alejó de Terruce conforme le preguntaba:

— ¿Estás bien, Candy?

Con la interrogante, no sólo se consiguió que el castaño arqueara una ceja en señal de alerta, sino que la rubia le contestara urgentemente:

— Sí, ¿por qué lo dices?

Como el acto del paladín elegante la había incomodado, Coral se zafó de él para escuchar lo que estúpidamente le excusaron:

— Es que conociendo a Granchester ¡todo se puede esperar de él!

Por la mal sana insinuación, Terruce aguantó su celo, más no el quedarse callado; y mirando furiosamente a su atacante, quiso que lo enterara:

— ¡Y ya que me conoces tan bien, Cornwell, dame un ejemplo de lo que pude haber hecho!

UNA CHICA QUE VALE ORODonde viven las historias. Descúbrelo ahora