La mirada de Terruce estaba atónita y fija en la puerta del camerino que ya se había cerrado; y no obedeció a su interior que le gritó ¡Ve tras ella! porque su madre le hablaba:
— Es linda, ¿verdad?
— ¡Hermosa diría yo! — contestó él con toda honestidad.
Eleanor rió, logrando que su hijo saliera del hechizo lanzado; y sorprendentemente apenado, agachó la cabeza; y ahí, sonrió queriendo saber de inmediato:
— ¿Quién es ella?
Él se giró sobre su eje para seguir a su madre, la cual iba en dirección hacia la maleta dejada sobre la mesa de centro.
— ¡Ah! Es una talentosa artesana. ¿Ves mi vestido?
Lógico, aquél dijo sí.
— Ella lo hizo al igual que el collar — se lo enseñó.
Terruce, al estar ya cerca de la actriz, admiró la labor expresando:
— Muy bello.
Inconscientemente, él jugó su mano, haciéndole recordar con ello el tacto de la chica, llegando a la conclusión del por qué de la aspereza sentida y comprendiendo también la pena percibida.
Con curiosidad, el castaño posó sus ojos en todo lo que la valija contenía, y después de analizar el típico trabajo artesanal, preguntaba con interés:
— ¿De dónde es?
Él estiró su mano para tocar por encima lo preciosamente elaborado y escuchar de su madre:
— Oregón parece me dijo.
Con eso, increíblemente un cuestionamiento comenzaría:
— ¿Dónde la conociste?
Tratando de hacer memoria, Eleanor respondía:
— No recuerdo bien el lugar, pero yo andaba de gira y ella hacía una entrega especial.
Al ver a su hijo tomar una pieza, mirarla con detenimiento y posteriormente acariciarla, la dama sonrió y mayormente cuando le volvieron a preguntar:
— ¿Desde cuándo?
Terruce devolvió el artículo prestado para tomar otro y no dejando de prestar atención a lo que su madre le contestaba:
— Dos años; y a partir de ese tiempo hemos estado en contacto.
— ¿Dónde vive ahora?
— En sí, en Sacramento. Sólo está de paso en la ciudad
Con eso, Terruce giró rápidamente su cabeza para mirar a su madre que le sonrió, aprovechándolo ella para acariciar el rostro de su hijo.
Mientras tanto, a dos cuadras arriba de ahí, los pasos de la vendedora fueron bruscamente interceptados por dos jóvenes.
Ella los miró con espanto, pero al reconocerlos se relajó.
El más alto, —que era de tez oscura, ojos color café, cabellos largos negros lacios y atados en una coleta—, le reclamaría severamente:
— ¡¿Por qué no nos esperaste?!
Aquella, encogiéndose de hombros por el olvido, sonrió traviesamente confesándole:
— Perdón, es que se me olvidó que venían conmigo —, y retomó su andar con urgencia.
Esa extraña actitud de ella, hizo que el otro joven moreno de menor edad, pero de ojos azules, le preguntara:
— ¿Cuál es la prisa que llevas? Además, ¿dónde está la maleta?
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UNA CHICA QUE VALE ORO
FanfictionAcusada de ladrona, Candy deberá cumplir su pena yendo a México sin haber podido despedirse de sus amigos, los cuales harán lo imposible porque regrese; sin embargo, ella tomará una decisión que la llevará a la felicidad. * * * * * * * * * Historia...