Parte 25

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Alguien, además de tener el hígado volteado de tanta melosidad y atribuciones permitidas, preguntaba:

— ¿Entonces ésta es la...? — el castaño hizo pausa.

Y aprovechando que Anthony la había soltado para girarse y acercarse a cortar una rosa, Terruce la miró; y haciéndole un gesto y sardónico, diría:

— ¿La "famosa Dulce Candy"?

Ella, entre labios le pedía suplicante:

— Déjame explicarte.

Anthony de inmediato le contestaba:

— Así es, amigo.

El considerado como tal se giró sobre su eje; y ofreciéndosela a ella, a él le preguntaba:

— ¿Dime si no son idénticas?

Ante la comparación, Terruce levantó la cabeza al cielo; y rudamente contestaría:

— Si tú lo dices

Por la fea acción, el paladín jardinero observaba:

— ¡Hablas como un amargado, Terry, porque no te has enamorado, amigo, pero si...! un momento —, recordó apuntándole; — ¿no en tu última carta me hablaste de una chica?

La pareja que se miraba de frente se tensó; y Anthony haciendo memoria retomaba el hablar:

— ¿Cuál es su nombre? ¡Ah sí, la mencionaste como Coral!... ¿qué pasó con ella? ¿Siempre sí la hiciste tu novia?

— Más que eso.

Con la respuesta honesta, el rubio preguntaría azorado:

— ¡¿Le propusiste matrimonio?!

Por el gesto dado, expresaba un sonriente rubio:

— ¡Eso sí es sorprendente! ¿Y por qué no la trajiste contigo? Me hubiese dado mucho gusto conocerla.

— Eso tenía en mente, pero...

El castaño se interrumpió, metió las manos en los bolsillos de su pantalón, agachó la cabeza y miró al suelo.

Obviamente, con su silencio, le despertó la curiosidad a Anthony quien quiso saber:

— ¿Qué pasó?

Terruce, antes de levantar la cabeza, puso una fingida sonrisa en el rostro, y así, lo miró para confesarle:

— A último momento hubo un cambio de... "planes"

... sonando lo último meramente sardónico para no decir ¿nombres?

— Bueno, sólo espero que no sea porque la relación terminó—. Y gracias a que el mismo Anthony pedía: – ¿Les parece si nos vamos? —, no hubo necesidad de dar contestación.

Sin embargo, el rubio al iniciar su camino, pasó en medio de castaño y rubia, lo que la pareja aprovechó para mirarse secretamente, sintiendo Terruce el impulso de acercarse a Candy, abrazarla y decirle ¡qué nada le importaba, sino únicamente ella!

Pero, al final de cuentas, el joven aristócrata se arrepintió y optó por seguir a Anthony.

En cambio, la rubia se desilusionó; y con disimulo rezagó sus pasos para seguirlos a cierta distancia.

Así lo hicieron hasta que llegaron a la entrada de la casa, donde Archie rápidamente le recordó a Terruce sobre su cita; y es que ahora era turno del paladín elegante de tener toda la atención de Candy y presumirle especialmente a ella su gran talento como espadachín.

UNA CHICA QUE VALE ORODonde viven las historias. Descúbrelo ahora