Cap 54

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De la explosión salió una ola de calor que debió de chocar contra todos para calcinarlos instantáneamente, pero una barrera de color verde cubrió toda la arquitectura y no sintieron nada, nisiquiera el poderoso viento que era visible al chocar.

—¿¡Quién se atreve a convocarme!?

Gritó un ser monstruoso cubierto de fuego y cicatrices aún abiertas, se notaba a kilómetros su disgusto y odio. Giró su cabeza en busca del causante pero una vez lo encontró su cuerpo se congeló y luego tembló de sobremanera, estaba asustado.

—... T-tú, tú eres...

—Ulbert Alain Odle, Ser Supremo Mundial de la Catástrofe y Destrucción... ¿Sabes? Escuché de mi querido líder que le diste una batalla entretenida, espero que no manches las palabras que se dijo de ti y me entretengas en este encuentro.

—¡M-mi señor! ¡Por favor p-perdóname! ¡Tuve una buena razón para causar el daño en los humanos de este mundo, lo juro!

—¿Ooh~? ¿Y cuál es esa razón? —Ulbert se estaba divirtiendo un poco. Ainz quiso negar con su cabeza cuando su amigo se cruzó de brazos intentado parecer amenazante sin entender que con solo su presencia era suficiente para hacer a un adulto orinarse en sus pantalones— Vamos, escupe, no tengo mucho tiempo.

Nadie creía lo que veía y escuchaba, aquel Emperador Demonio que azotó y causó muertes a sus pasos estaba cohibido como un niño pequeño después de tener una fea pesadilla, su voz estaba aguda, su cuerpo sudaba pero las gotas se evaporaban por el calor que expulsaba su cuerpo. El miedo gritaba a su alrededor.

—¡Fue por usted, por supuesto! ¡Todos esos sacrificios fue para traerlo a este mundo y que lo conquiste como muchos otros, como debe de ser! ¡Usted es nuestro Dios, nuestro Supremo Gobernante!

—Ya veo. ¿Y la razón para controlar a las Pléyades? Las seis hermanas, por si no te acuerdas.

La conversación que mantenían era normal, las voces llegaban de manera clara a todos los presentes. Intuyendo que no sería castigado por sus actos, Jaldabaoth se relajó un poco y siguió contestando.

—No fue planeado mi señor. Ellas estaban inconscientes mientras pasaban entre planos dimensionales. Vi que tenían un poder aceptable y decidí ponerlas bajo mi control para que ayuden en la ofrenda para usted.

—Entonces... ¿Me estás diciendo que no sabías quiénes eran? ¿no sentiste a sus creadores?

—Oh no, si los sentí. Eran seres muy poderosos, pero ninguno pudo acercarse a usted y su magnífica magia destructiva. Ya que los localicé muy lejos de esta parte de la galaxia no encontré una razón para detenerme. Aunque, por supuesto, estas seis venían de todas formas a este mundo, nunca supe el porqué pero supongo fue para conquistarlo.

Ulbert lo miró en silencio, sus ojos característicos de una cabra lo examinaron con cuidado. El Señor de la Ira tragó en silencio su saliva. Lo que estaba diciendo eran puras blasfemias pero a la vez estaba cumpliendo la misión que el mismo Ulbert-sama, Ainz-sama y el resto de los Supremos le dieron. No debía de sentirse mal por ello.

Finalmente después de lo que pareció una eternidad para todos, el demonio de la catástrofe habló serio, muy contrario a como empezó todo.

—Esos creadores de los que hablas tan casualmente son mis camaradas, idiota. Ellas son sus creaciones, sirvientas de combate para atender y servir a mi líder que se encuentra en este Mundo.

—¿L-líder? —Preguntó temeroso comenzando a sentir una verdadera aura de enojo y una sed de sangre muy poco contenida.

—Sí, lider. Con quien tuviste la osadía de enfrentar tu última vez. —Fue su respuesta corta— En serio, que creatividad la que tuviste ahí... Lástima que tus acciones no resulten con el final que esperabas. Una gran parte de ti será utilizado de consumo para mi creación, mi hijo. —Alzó una mano con lentitud y miró de reojo a Demiurge por unos segundos, Jaldabaoth le siguió la mirada— Quien además es el único con el derecho de utilizar esos ropajes y actitud que mostrarte en el primer Reino humano que atacaste. [Flama Infernal]

Overlord: Never AloneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora