Sospechas...
Han pasado tres semanas desde que desperté, y no puedo decir que estoy como nueva, pero ya estoy en casa, Aaron viene casi todas las tardes y a pesar de que lo noto algo extraño y distante conmigo siempre pasa tiempo conmigo, a veces lo escucho gritarle a alguien por teléfono, pero he dejado de insistirle en que me diga porque eso solo empeora las cosas y terminamos peleando.
- ¿Quieres algo de tomar? - pregunta.
- No.
- ¿Podrías verme a los ojos?
- No.
- Hera...
- ¡No! Ni siquiera lo intentes, sabes no tengo porque escucharte, solo quiero saber que te pasa y cada vez que te pregunto terminamos así, discutiendo- dije levantándome de la cama lentamente.
Hoy era uno de esos días en los que llegaba a visitarme con un humor de perros, en los que yo le preguntaba que le pasaba y terminábamos discutiendo.
- Es que tu no tienes porque saber absolutamente nada.
- Vete de mi casa- dije entre dientes.
- Escúchame...
- ¡No! Escúchame tu, si según tu yo no debo saber que demonios es lo que te sucede, entonces tu no debes siquiera estar cerca de mi, así que te agradezco te alejes, te vayas y no me busques- empecé y un nudo comenzó a formarse en mi garganta, quería llorar, pero no lo haría, no delante de el- porque eso solo significa que no somos nada, así que desde hoy, nuestra relación es exclusivamente profesional.
- ¡Hera! ¡Llego Apolo! ¡¿Lo dejo pasar?!- grita Artemisa desde la sala.
- ¡Si! ¡Aaron ya se va! - grite y Aaron apretó la mandíbula y me miro enojado.
- Hera no lo hag...
- Yo hago lo que me da la gana- dije.
- Hera.
- Vete- dije y salió de la habitación cerrando de un portazo, en eso entro Apolo.
- ¡Hola!
- ¡Hola! ¡¿Me trajiste mis chocolates?!
- Por supuesto princesa- dijo sonriente.
- ¡Ah! ¡Te amo!- grite con toda la intención de que Aaron me escuchara ya que sabia que estaba tras la puerta.
Pase un buen rato con Apolo, vimos unas cuantas películas y comimos chocolates y mas golosinas.
- Me tengo que ir griega- dijo y le hice un puchero, sabia que si me quedaba sola lloraría.
Y así fue...
En cuanto Apolo cerro la puerta a sus espaldas luego de salir de mi habitación comencé a llorar con fuerza, con rabia y sobre todo con impotencia, seguía preguntándome que diablos le pasaba, que lo llevaba a hablarme de tal manera y a ocultarme lo que sea que me estuviese ocultando, siento como mi corazón esta en micro fragmentos, he aceptado que me enamore del chico de ojos marrones, de ese que me dice que soy suya, de ese que me reclama cada vez que estamos juntos, de ese que me dice griega y que me cela cada vez que estoy con Apolo por el sencillo hecho de saber que hace muy poco lo bese y no me desagrado tal acto.
Me había prometido a mi misma nunca llorar por un hombre, pero definitivamente creo que esta es la excepción, y siempre hay una primera vez para todo.
Sentía como me quemaba por dentro, como mi cuerpo ardía en llamas, pero caí en cuenta de que hasta aquí llegaba nuestra historia y que debía concentrarme en mi objetivo y empezar de cero, encontrar a una persona de mi mundo y no tener que ocultarle a esa persona un secreto tan grande como este.
Me di una ducha y salí de mi habitación luego de vestirme, me dirigí a la habitación de al lado, la habitación de Atenea.
- Hermanita.
- Hola...
- ¿Estas bien? - le pregunte.
- Si, solo, escuche su pelea, así que esa pregunta debería hacértela yo a ti- dijo y sonreí dolida.
- Estaré bien, creo que el no es para mi, tal vez nunca lo sea, somos de mundos completamente diferentes- dije y me senté a su lado.
- Creo que Apolo y tu hacen una buena pareja- dijo y reí por su comentario.
- Si, siempre nos dicen eso- dije y ella sonrió.
- ¿Estaremos bien cierto?
- Por supuesto que si, ya nadie podrá separarnos, nunca- dije.
- Quiero conocer a papa- dijo y de mis ojos broto una lagrima rebelde.
- Lo se, pronto lo conocerás, todos te extrañamos mucho, jamás pensé que nuestra madre haría algo así- dije tomando su mano.
- Toda mi vida fue una mentira.
- La mía también.
(***)
Tres meses, habían pasado tres meses, ya estaba en la organización trabajando, no podía hacer entrenamientos ni ir a misiones de alto o bajo riesgo, pero si podía ayudar con las estrategias y las investigaciones.
Pronto Atenea se uniría a la organización y tendría que aprender técnicas de batalla, empezaría con las básicas, la tortura ya la paso y no la hare pasar por eso de nuevo en los entrenamientos y menos ahora.
Aaron, siento su mirada desde la distancia y se que me mantiene vigilada lo cual es realmente preocupante, me pone de los nervios y yo solo trato de ignorarlo lo mas que puedo, pero no es sencillo cuando sigo sintiendo cosas por el.
Fiorella, el enterarme de su muerte fue un dolor muy grande para mi, le había cogido mucho cariño en muy poco tiempo y es cuando caigo e cuenta de que la vida es extremadamente injusta, ella merecía vivir mas, merecía mucho mas, realizaron su entierro mientras yo seguía sin despertar, por lo cual en cuanto pude la visite en el cementerio, no fue sencillo, me debilito mucho el hecho de saber que ella murió en una guerra la cual fue provocada por mi propia madre.
- Teniente.
- Jefe.
- Revise los archivos del caso 411DB- ordeno y yo asentí.
- Bien, envíeme el archivo.
- Hera...
- Dime.
- Yo...
- ¡Fuera! - grite y se dio la vuelta furioso. No lo quiero escuchar.
(***)
- ¡Hera!
- Joshua, ¿como estas?
- Te pregunto eso a ti- dijo con una sonrisa sentándose frente a mi.
- Bien.
- Quería invitarte a cenar esta noche, ¿aceptas? - pregunto y sentí la mirada de Aaron, me seguía doliendo y esto esta mal, lo que hare esta mal, y podre ser la mas cabrona de todas, pero lo necesito.
- ¡Por supuesto!
- Bien! Te busco a las ocho- dijo y me levanté, le di un beso en la mejilla bajo la atenta mirada de Aaron y me di la vuelta saliendo de la cafetería.
Entre a mi oficina y tomé mi cartera junto con mis cosas cuando sentí que alguien me tomaba del hombro.
- Aaron tiene sospechas sobre nosotras- dice mi hermana y comencé a ver borroso.
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Mafia Australiana (Completa)
RomanceNacida en la mafia, es la princesa, una mision que cambiara su vida por completo... Amor? Pasion? Mentiras? Deseo?...