CAP XVI

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"No tenías porqué acompañarme hasta casa, se te va a hacer de noche para volver a la tuya." Dijo la morena un poco sonrojada, soltando el agarre de su mano que habían mantenido unido todo el camino.

"No pasa nada, quería hacerlo." Contestó con una sonrisa amable, disfrutando de su sonrojo.

Su relación no paraba de crecer sin darse ni cuenta. Paseaban cogidos de la mano con las mejillas sonrojadas, se ponían celosos con cualquier pretendiente que pretendiese declararse a cualquiera de los dos, se sonreían tímidamente y planeaban discretamente un futuro igual de unidos. Pero ni siquiera habían sido capaz de dar un paso más allá y besarse. Y joder, Ran tenía tantas ganas de dar ese gran salto y poder declarar, de manera oficial, esa bonita relación que tanto ansiaba empezar a vivir. Pero el detective llevaba una vida enérgica, en la que el amor, siempre parecía estar un eslabón más bajo que los casos y los misterios.

"Gracias por el paseo y por la cena. El tiempo se me ha pasado volando." Agradeció ella sonriéndole con la cabeza inclinada.

"De nada, a mi también me suele pasar." Era lo menos que podía haber echo para compensarle todas sus faltas e idas y venidas; y también podía decir que había logrado despejarse un poco y divertirse. "Sabía que tenías ganas de ir a ese restaurante desde hace tiempo."

"Sí, tenía muchas ganas. Quería ir...pero quería ir contigo." Dijo sonrojándose más por su declaración improvisada, provocando que el moreno se sorprendiese.

"Ran..."

"Me gusta visitar lugares y poder compartir todas esas experiencias contigo..." Dijo cogiendo su mano para entrelazar sus suaves dedos entre los suyos. "...nos conocemos desde hace tanto tiempo."

Shinichi bajó la mirada a sus finos labios y notó la fuerte calidez que ahora adornaban también sus mejillas. Su mirada estaba llena de dulzura y cariño. Le acarició la mano con el pulgar formando círculos lentamente mientras la miraba fijamente a los ojos.

"Eres especial, Ran..." Contestó acercándose lentamente a su rostro, provocando que la morena cerrase los ojos por inercia al empezar a notar su aliento sobre su rostro. Sentía que el corazón le bombeaba a mil por hora, no podía creerse que ese momento estuviese pasando en la realidad, se sentía que podía empezar a levitar en cualquier instante. Pero sus labios se alejaron de los suyos antes de que se rozaran para acabar finalmente besando su frente desnuda, mandándole un beso protector e íntimo.

Ella sonrió después de abrir los ojos, un poco decepcionada pero agradecida por el gesto de cariño que había recibido. Esa tarde, no iba a ser la que empezasen a cambiar las cosas entre ellos. Pero aún le quedaban tantas tardes por vivir...

Se despidieron justo después y Kudo volvió a su casa a paso tranquilo después de ver como la morena subía las escaleras de la agencia. Se quedó pensando en su amiga de la infancia todo el camino, pensando en esos encuentros que acababan convirtiéndose tan íntimos y que cada vez se repetían con más frecuencia. Tenían una relación de tira y afloja, pero nunca pasaban de las palabras o las dobles intenciones.

Y esa noche, casi la había besado.

Se sentía un poco nervioso cuando pensaba en ello. Ran había cerrado los ojos, pero esa tarde, sus ojos le llamaron más la atención que sus labios, así que alzó su barbilla para cambiar la dirección y darle un beso más protector que pasional. Había hecho lo que había sentido, si alguna otra vez le apetecía besarla en los labios, lo haría.

Él, fluya con las emociones y después de clavar su mirada en sus ojos antes de que se cerraran y recordar cada momento vivido y cada riesgo que le había hecho vivir con solo su cercanía hacia él, le había inundado la necesidad de abrazarla y protegerla. Siempre sentía la necesidad de protegerla, todo empezó en el jardín de infancia y a día de hoy, nada era diferente. 

La otra cara de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora