CAP VIII

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La pelirroja clavó su mirada en el contenido burdeos de su copa mientras le daba vueltas sin prestar mucha atención a las conversaciones de la mesa. Bebió de su copa y el camarero se acercó a rellenarle el contenido antes de que le diese tiempo a pedirlo.

El restaurante era lujoso, la comida de calidad y el servicio de primera. Le alegraba poder disfrutar de esos buenos sitios con su hermana, aunque fuese en pocas ocasiones.

"Este lugar es mejor de lo que me habían contado." Comentó la morena entusiasmada, observando todos los detalles de la sala. "No tenías porqué invitarnos a venir a un lugar como este, es bastante lujoso. Podíamos haber cenado en casa."

"No te preocupes, lo he hecho porque me apetecía hacerlo. Hacía tiempo que no salíamos a cenar a un sitio como este y así no tienes que liarte en hacer la comida." Sherry le sonrió con sinceridad. No le importaba gastar el dinero en algo así, no era una mujer derrochadora y ganaba más dinero del que gastaba. Su hermana siempre se merecería lo mejor y ella le daría siempre todo lo que pudiese ofrecerle.

"Gracias a esto, he podido hacer que Dai cambie esa chaqueta oscura por una más refinada." Dijo con una sonrisa, sonrojándose al mirar a su pareja antes de volver a mirar a su hermana menor, que siempre iba perfecta allá donde fuesen. "Estáis los dos muy elegantes."

Sherry miró a Akemi, que llevaba un vestido largo y raso de color turquesa y después miró a su acompañante, que lucía unos pantalones negros con una americana del mismo color, pero la camisa que había escogido y el primer botón desabrochado, le daban un toque informal. Sí que estaban elegantes, le gustaba haberle podido dar la oportunidad a su hermana de salir de su normalidad por una noche. Aunque para ella fuese cómo el pan de cada día.

Vestidos elegantes, restaurantes caros, copas de vino tinto y sonrisas fingidas.

A diferencia de su hermana, su día a día dentro de la organización era mucho más intenso y debía actuar siempre con cautela. Su alto rango en el laboratorio, le hacía que tuviese que asistir a más encuentros y tratos de los que le gustaría. Pasaba la mitad del tiempo con un vestido negro de gala, actuando como las mejores de las actrices frente a toda esa calaña que solo babeaba descaradamente y acababa cayendo en sus enredos. Y la otra mitad, cambiaba su atuendo oscuro por una básica bata blanca de laboratorio, avanzando con sus investigaciones que se encontraban fuera de la legalidad. 

"Pareces cansada." Le comentó su hermana mientras esperaba a que el camarero les trajeran los segundos. "¿Sigues trasnochando en ese laboratorio?" Le preguntó preocupada al ver las ojeras que el maquillaje no había podido esconder.

"Estoy bien." Contestó rápidamente, volviendo a beber de su copa.

"No puedes estar así toda la vida." Dijo Akemi suspirando, cogiendo la mano de su pareja para notar su apoyo. "Han pasado demasiados años...no puedes ser su marioneta toda la vida."

"¿Qué estás insinuando, Akemi?" Preguntó incomoda por donde se estaba encaminando esa conversación. Ella era muy recta en ese sentido, no estaba contenta, no. Pero su miedo era mayor a cualquier pensamiento de rebledía.

"Yo..." Dijo con un poco de duda a la vez que apretaba el agarre de su mano. "En realidad quería cenar contigo para hablar de algo. He estado hablado con Dai y creo que podemos encontrar la manera d-"

"Basta." Le cortó tajantemente mientras negaba con la cabeza. "Voy a hacer ver que no he escuchado nada."

"Pero Sh-"

"Voy al baño." Dijo levantándose para desaparecer del comedor sin mirarles a la cara.

Era increíble. Llevaba toda la vida trabajando por el bienestar de su hermana, y ahora que se había enamorado, lo único que se le pasaba por la cabeza era traicionar a la organización. No podía ser cierto, ellas sabían de sobras lo imposible que era salir de ahí, al menos con vida. Había estado presente en demasiados acontecimientos y no quería ser el centro de uno de ellos.

La otra cara de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora