CAP XXXV

193 14 3
                                    

La tensión se. Palpaba entre ellos y la pelirroja apenas era capaz de mirar a ninguno de ellos. Su mirada estaba fija en el maldito frasco que el detective había dejado en la mesita justo al lado de su cama.

"¿Crees que van a fiarse de un testimonio de alguien dependiente a los tranquilizantes?" Preguntó Akai molesto, todo esto, descuadraba de nuevo todo lo que el FBI había planeado. Habían estado tan cerca...pero ella se había vuelto a estampar contra el desastre.

"Yo no..." Le tembló la voz.

"Vamos, Shiho..." Suspiró el agente rodando los ojos, acariciándose las sienes mientras intentaba pensar con claridad. "¿Cuánto tiempo llevas tomándolas?"

"Poco tiempo." Contestó ella apartando la mirada, sintiendo como los ojos azules del detective la miraban fijamente.

"¿Poco tiempo? ¿Cuanto es poco tiempo para ti? ¿Unos días? ¿Un par de semanas?" Preguntó Akemi resoplando mientras levantaba los brazos, sin poder dejar de caminar de un lado a otro de la habitación. La conocía como nadie y no pudo evitar sentir una fuerte impotencia al ver que se le había escapado algo con ese calibre. 

"No lo sé...un poco más." Contestó sin acabar de querer decir la verdad mientras se rascaba la piel de alrededor de sus uñas con nerviosismo.

"¿Unos meses quizá?" Preguntó arrugando la nariz. "Esto es increíble."

"Solo quería que se callaran." Soltó en un susurro con un tono casi desesperado, clavando sus uñas en sus dedos hasta que la piel se levantó.

"Pues mira dónde te ha llevado toda esta mierda." Dijo la morena acercándose a ella. "¿Así es como quieres vivir?"

"Lo único que quiero es intentar vivir." Contestó la pelirroja con una media sonrisa triste y la mirada baja. "No he matado a nadie, al menos, a ellos no."

"¿Y como puedes explicarnos esas lagunas?" Preguntó Akai. "Hay demasiadas pruebas en tu contra, y tú, no tienes ni coartada en ninguno de los crímenes."

"Yo no lo hice, joder." Insistió. "No olvidaría algo así." Dijo intentando auto convencerse.

"Pero sin embargo, sí lo has olvidado." Dijo Akai negando con la cabeza a la vez que empezaba con uno de sus sermones.

"Dejadme tranquila, quiero descansar." Les intentó echar de la habitación.

Shiho desconectó sus oídos e ignoró cualquier palabra que el FBI continuase hablando, no quería escucharle.

Se giró dándoles la espalda y se tapó con la manta  hasta por encima de la nariz, haciendo ver que dormía. Escuchó a Shuichi resoplar antes de que su hermana le dijese que no tardarían en volver a verla y escuchó la puerta abrirse y cerrarse segundos después.

Abrió los ojos para contemplar el cielo despejado a través de la ventana y suspiró lentamente  antes de volver a cerrarlos, sintiendo como la cabeza le pesaba. Era consciente de las consecuencias que tenía depender de medicamentos como esos, y su cuerpo, no había tardado en empezar a echar de menos eso que tanto la había conseguido aliviar esos días. Las manos le temblaban ligeramente, la cabeza le dolía con fuerza y la ansiedad no paraba de crecer.

Había llegado a un punto, en el que no sabía si acabaría en la cárcel, en un psiquiátrico o en un centro de rehabilitación. Pero cada vez le importaba menos.

Lo que odiaba, era que toda esa gente de su alrededor, solo sintiese lástima por ella. La veían como alguien débil, alguien que necesitaba a otra persona que cuidase de ella constantemente. Pero todo eso, era lo último que quería. Estaba cansada de ver una y otra vez a todos aquellos con complejo de héroes cuando ella ya había aprendido desde hacia tiempo a encargarse de sus propios problemas. Todo eso solo era un cliché creado por el quedabienismo y la farsa.

La otra cara de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora