CAP IX

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"Haibara."

La pelirroja sonrió al acordarse de su falso alias y se apoyó de lado a la pared, descansando de la caminata. "Kudo." Dijo con una mano sobre su pecho y la respiración aún un poco agitada.

"¿Qué haces aquí?" Preguntó igual de sorprendido que confundido.

La miró de arriba abajo sonrojándose un poco al percatarse del atuendo que llevaba. Iba muy arreglada y el vestido negro que lucía, le marcaba las curvas de su atractivo cuerpo. ¿Qué hacía así de arreglada frente a su casa a esas horas de la noche? Y lo más curioso de todo, ¿Cómo sabía dónde vivía?

"¿Puedo pasar?" Preguntó ahora con la voz más tranquila.

"Claro." Contestó abriendo la puerta, fijándose en como la pelirroja observaba a su alrededor antes de dar un paso.

Kudo la condujo al salón y le ofreció un té antes de sentarse en el sofá de su lado.

Sherry estudió todo su alrededor detenidamente mientras el volvía de la cocina, era una casa grande y lujosa, pero no le sorprendía, la decoración era muy cargada para su gusto. La casa gritaba a cada rincón la cantidad de dinero que es familia debía poseer.

"Mis padres están en Nueva York, ahora mismo estoy viviendo solo." Le explicó antes de que ella le preguntase.

Sherry no pudo evitar levantar las comisuras de su boca para mostrar un media sonrisa. Sabía más de él de lo que a él mismo le gustaría. Entre otras cosas, era consciente de que llevaba un tiempo solo en es casa. La organización lo había tenido en el punto de mira un par de veces y eso había sido más que suficiente como para tener un historial de él hasta con la última cita médica. Y esa noche, para su suerte y la mala del detective, había sido su única vía de escape. Pero él tampoco lo llegaría a saber.

"¿Qué te trae aquí?¿Cómo has descubierto dónde vivo?" Le preguntó el moreno reventando de curiosidad.

"Una mujer no revela nunca todos sus secretos, ¿No lo sabías?... Además, no ha sido difícil dar con tu dirección. Tienes clubs de fans por todas partes." Explicó acercándose la taza de té a sus labios, dejando en ella una huella rojiza de sus labios, causada por el llamativo pinta labios que llevaba.

Parecía otra mujer, la parte salvaje que la chica con la que había topado apenas un par de veces antes.

"Entonces, ¿Te has convertido en mi admiradora?" Le preguntó con un tono divertido.

"Más te gustaría, Sherlock." Contestó ella alzando una ceja mientas sonreía."En realidad, necesitaba volver a desaparecer, aunque solo fuesen unas horas más." Continuó explicándole a la vez que se levantaba del sofá y se paseaba por el comedor lentamente con un rostro difícil de leer para el detective.

Shinichi la miró sin decir nada, escuchando el sonido de su tacón fino picando ligeramente sobre las baldosas mientras la observaba leer los títulos de los libros de las estanterías a la vez que pasaba el dedo delicadamente sobre ellos. No sabía muy bien que decirle, sentía que la conocía y a la vez sentía que no lo hacía en absoluto.

"¿Qué ha pasado?" Se atrevió a preguntar lentamente.

Ella paró los dedos sobre lo que parecía un cuaderno medio abierto abandonado sobre la mesa y se giró para mirarle fijamente sin responderle. No podía contarle nada, no sobre eso.

"Puedes confiar en mi." Dijo él lo más amable que pudo. 'Soy detective, ¿recuerdas?"

"¿Confiar? Después de esta noche, yo ya no confío ni en mi propia sangre." Contestó esbozando una media sonrisa triste, bajando la mirada para ojear el cuaderno de sus manos más detenidamente. "¿Una obra de teatro?" Preguntó al ver los diálogos subrayados con fluorescente, aprovechando el momento para cambiar de tema drásticamente.

La otra cara de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora