CAP XXXVIII

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Cuando Shinichi se despertó horas después, sintió una tranquilidad absoluta. El sol anaranjado cruzaba las ventanas del salón entre las finas y translúcidas cortinas. Sentía los ojos aún pesados por el cansancio, esas horas que había dormido, no habían compensado casi los dos días que habían pasado sin dormir.

Palpó el sofá encontrando nada más que el frío de la manta a cada palmo. Se reincorporó mientras se quejaba y buscó sus pantalones por el suelo mientras bostezaba, no sabía que hora era, pero el sol estaba apunto de esconderse para darle la bienvenida a la noche.

Un agradable olor le hizo caminar hacia la cocina, buscando a la pelirroja por el camino.

"Kuro, ¿Has visto a Shiho?" Le preguntó al gato que dormía en un taburete, que le ronroneaba e ignoraba.

El fuego y el extractor estaban apagados, pero podía olerse el buen olor de la olla que reposaba en la encimera y el ambiente se notaba caliente. No debía haber pasado mucho tiempo desde que la científica se encontraba ahí cocinando.

"¿Ya te has despertado?" Escuchó preguntar a su espalda.

Shiho apareció en la cocina secándose el pelo con una toalla, luciendo una camisa ancha y unos pantalones cortos. Por no mencionar las ojeras aún marcadas bajo sus ojos.

Kudo se sonrojó al verla y empezar a recordar lo que habían vivido antes de que se quedase dormido, no supo porqué sintió esa vergüenza, pero notó el rojo de sus mejillas encenderse más en cuanto se miraron a los ojos. Y ella sonrió pareciendo disfrutarlo.

"He preparado algo de curry, lleva un rato reposando, así que tendré que ponerlo al fuego unos minutos." Le comentó dejando la toalla en su cuello. "Tómate una ducha rápida mientras lo caliento y preparo la mesa."

Él asintió y se enceró en el baño casi corriendo.

Había sido tan directo desde un principio (sin cortarse al besarla en numerosas ocasiones anteriores) , que ahora no se creía que le invadiese esa vergüenza.

Se deshizo de sus pantalones y abrió el grifo por la llave del agua fría antes de meterse. Su aroma se había quedado parcialmente en él, era capaz de olerlo cuando sacudía la cabeza y volvía a verla si cerraba los ojos.

Se había imaginado muchas veces como iba a ser esa noche en que dejase su inocencia a un lado. Había pactado en su mente un restaurante perfecto y una elegante noche de hotel para compartir con la mujer más especial de la ciudad, incluso había intuido el vestido y la colonia que utilizaría Ran para esa ocasión. Pero nada de eso había pasado fuera de su mente, y por equivocarse, no había ocurrido ni entre el velo de la noche. El canto mañanero de los pájaros que volaban por la zona, se habían mezclado con todos esos sonidos de placer que ellos habían emitido.

Le gustaba la sorpresa que le había dado la vida.

Cerró el grifo y enrolló su cuerpo en la toalla antes de secarse. Entonces se percató, había entrado tan rápido al baño, que ni se había preocupado en buscar una muda limpia.

Se maldijo interiormente mientras caminaba a un lado y a otro del baño con la toalla en la cintura.

Toc toc

"¿Todo bien?" Preguntó ella. "Se va a volver a enfriar la comida."

"Sí, todo bien. Es que..."

"¿Es que?"

"Me he dejado la muda." Dijo con timidez. "¿Podrías..."

"Abre la puerta." Pidió al momento. Kudo apretó su puño, agarrando su toalla con fuerza mientras abría la puerta con la otra mano y observaba a la pelirroja sostener la ropa que había olvidado, como si se hubiese dado cuenta de su despiste antes que él. "Es estúpido que te escondas de esa manera, ¿lo sabías?" Preguntó mirándole de arriba abajo con una ceja alzada, disfrutando tanto de su timidez como de las gotas de aguan que caían de su pelo para chocar en su torso. "No tardes, te va a tocar fregar los cacharros más tarde." Le comentó tirándole la ropa antes de darse media vuelta, haciendo que él la pillase al aire antes de que chocase en su cara.

La otra cara de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora