CAP XXI

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Kudo sintió su corazón acelerase a la vez que el sudor en su frente caía y notaba el frío metal de la pistola que presionaba su nuca. Estaba inmovilizado de espaldas a su oponente, con ambas manos en alto por inercia y sin ser capaz de hacer ningún movimiento para defenderse.

Estaba bloqueado.

Se maldijo por la mala de sus suertes. ¿Cómo podían haber notado su presencia o haberle reconocido? Apenas llevaba cinco minutos en ese edificio, no le había dado tiempo de observar nada y en esa situación, tampoco podía avisar a ninguno de los agentes del exterior.

Intentó voltear la cabeza para ver a su adversario, pero el ruido del arma cargándose, le hizo parar a medio camino.

"¿Qué coño haces aquí?" Escuchó hablar por primera vez.

"Shiho..." Susurró su nombre, suspirando aliviado aunque ella no hubiese bajado el arma. No dudaba en que fuese capaz de apretar el gatillo, pero también estaba aprendiendo a ver a través de ella y que fuese capaz, no significaba que le gustaba hacerlo.

"No me llames así, no tienes derecho a hacerlo." Contestó la científica fríamente, apretando su pistola en su cabeza a la vez que la sensación de traición resurgía.

Su enfado no le venía de sorpresa, pero no le gustaba si tenía una nueve milímetros entre sus manos. Al fin y al cabo, seguía siendo un miembro duramente entrenado por ellos, al que, si no acababa aceptando su ayuda, acabaría cambiando una cárcel por otra. Tenía que intentar pensar fríamente, como si no se conocieran, porqué realmente no eran más que un par de conocidos.

"Escucha, Sherry." Dijo extrañado de llamarle de esa manera, intentando sonar tranquilo para evitar ponerla nerviosa. "Estoy aquí para ayudar. No vengo a ponerme en tu contra, sólo quiero ayudarte."

"¿Ayudar? ¿Ayudarme a qué, detective?" Preguntó resoplando. "Estoy cansada de los hombres como tú, que se creen que son caballeros andantes. ¿De verdad crees que soy una mujer tan tonta? ¿Sabes cuanta gente me ha venido soltado esa mierda cómo si nada? Los tipos como tú, os pensáis que la vida real es como en las películas."

Él se giró lentamente aún con las manos alzadas para poder mirarla de frente. Quería mantener el contacto visual e intentar hacerla retroceder con sus palabras.

Kudo miró su dedos temblar ligeramente aún sin abandonar el gatillo. No era la primera vez que tenía una pistola apuntándole en la cabeza, pero ella era más impredecible a sus ojos que la mayoría de criminales con los que trataba y apreciaba lo suficiente su vida como para dejarla escapar ahora.

Que notase que no le gustase disparar, no significaba que no acabase haciéndolo. El instinto de supervivencia, era el que prevalecía después de que todo lo demás fallara y sabía que no era una mujer que pudiese subestimar.

"Sherry, baja la pistola. Por favor..." Le pidió suavemente.

"¿Qué coño haces aquí, Kudo? No te lo volveré a preguntar." Dijo sin bajar el arma, esperando que el rubio no bajase a la recepción antes de la hora, porqué él, ya habría apretado el gatillo hacía minutos.

"Yo...la verdad es que..." Balbuceó sin saber bien que contestar. No podía hablar o involucrar al FBI. No iba a mandarlo todo a la mierda por un despiste. "Estaba investigando un caso cerca de aquí."

Ella rió y rodó los ojos moviendo la pistola de su mano sin apartarla. "Actuarás bien, pero a la hora de mentir, lo haces como el culo."

"Sin embargo...los dos nos hemos tenido engañados todo este tiempo, ¿no?" Le preguntó bajando las manos para dejarlas relajadas.

La otra cara de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora