CAP I

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Kudo caminó por las calles de Tokio a un paso tranquilo, esa mañana de invierno, era la más fría de toda la semana, pese a ser de las semanas finales. Caminó con ambas manos en los bolsillos y agachó el cuello dentro de su bufanda cuando una brisa chocó contra él.

Escuchó la campana del instituto a la lejanía, pero no tuvo ninguna intención de acelerar el paso o cambiar de dirección. No iba siquiera ni vestido con el uniforme escolar. Estaba cansado de la monotonía de sus aburridas clases y lo único que le gustaba hacer en ese centro, era practicar y entrenarse jugando a fútbol con sus compañeros, a parte de pasar tiempo con Ran y sus amigos. No había nada de malo por saltarse un día y dispersarse un poco. No le iba a costar hacer los exámenes de todas maneras y tampoco influiría en sus notas finales.

Escuchó su teléfono volver a sonar, pero lo ignoró sin sacarlo del bolsillo. Sabía perfectamente de quien se trataba, llevaba quince minutos llamándole. Ya le daría explicaciones a Ran en otro momento, ahora, solo le apetecía dar un paseo y si podía, tomar también un buen café.

No quería encontrarse con nadie conocido, así que esta vez, optó por entrar en el metro y dirigirse a un barrio distinto. Compró un periódico en la entrada de la misma y lo leyó durante todo el trayecto con mucha atención y una amplia sonrisa en la cara.

El joven detective, Shinichi Kudo, vuelve a sorprender a la policía con sus impecables deducciones. ¿Estamos frente al futuro número uno del país?

Le encantaba aparecer en las portadas de los periódicos gracias a su ingenio y sus perfectas deducciones. La policía ya se había acostumbrado a colaborar con él y a verlo merodeando por cualquier escena del crimen.

Quería acabar las clases y hacer y estudiar eso que tanto le apasionaba.

Salió del metro y se paró unos segundos mientras leía los nombres de las calles. No solía venir a esta zona, le pillaba un poco lejos de Beika y apenas conocía los establecimientos. Pero ese día quería contradecir su rutina.

Entró en la primera cafetería que le llamó la atención y se acercó a la mesa vacía más cercana que tenía, dejando el periódico a un lado para observar el ambiente mientras la camarera se acercaba a tomarle la orden.

"Un café largo, por favor." Pidió sin levantar la mirada de la carta.

"Ahora mismo lo traigo." Contestó ella con una sonrisa, reconociéndole al momento.

Aún estando fuera de su zona habitual, había gente que no dejaba de mirarle de reojo desde que había entrado. No pudo evitar sonreír mientras clavaba su mirada en un par de jóvenes que cuchicheaban entre ellas con la cara sonrojada. Se había acostumbrado a ser el centro de atención y ¿A quien no le gustaba que la gente le admirase de esa manera? Le hacía sentir invencible. Su sonrisa se ensanchó y la camarera volvió con su café.

La cafetería estaba bastante tranquila, al igual que el exterior, nada fuera de lo común parecía estar pasando. Sabía que era lo mejor, pero siempre estaba alerta por si debía salir corriendo frente a un caso o algo fuera de la legalidad sucedía.

Estaba convencido de que Ran adoraría esa cafetería, era sencilla, pero la zona estaba rodeada de locales y decoraciones que a la morena le encantaban. Se levantó para dirigirse a la barra a por otro sobre de azúcar y topó inconscientemente con alguien por el camino.

"¿Estás bien?" Preguntó acariciándose el brazo.

"Joder." Contestó la mujer rascándose la cabeza. "Ten más cuidado." Contestó recogiendo las cosas que se le habían caído al suelo.

La otra cara de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora