CAP III

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"¡Oye!¡Espera!" Le llamó Kudo, acelerando el paso para no perderla de vista. "He venido hasta aquí solo para poder devolvértelo."

"Oh, vaya. Debe haber sido un trabajo muy duro para el gran detective del Este." Comentó la pelirroja sin frenar el paso, poniendo bien el cuello de su abrigo negro antes de poner las manos en el interior de sus bolsillos.

"La verdad, es que ha acabado siento toda una casualidad." Comentó caminando a su lado con un paso despreocupado. "Sí que volví a la cafetería, pero no te vi ninguna vez. No esperaba volver a encontrarte después de todo, pero me alegra. Por tu expresión, intuyo que ese pendrive es importante para ti. No te preocupes, no he cotilleado nada de él."

Ella le miró de reojo pero ni le contestó, volvió a centrar su mirada en el frente a la vez que aceleraba el paso para dejarlo atrás. Pero el detective, era más insistente.

"¿Te vas a ir sin más?¿No vas ni a agradecérmelo?" Preguntó sorprendido y un poco chocado.

"Así que...¿Por eso estas aquí?" Preguntó parando el paso para girarse y mirarlo fijamente. "Pensaba que el gran detective del Este no buscaba la gratitud en sus acciones...pero aquí sigues, persistente. Es verdad, como mínimo, ¿le debería de invitar a un café como compensación?" Preguntó finalmente llena de sarcasmo, sin intención ninguna de quedarse ahí parada mucho más tiempo.

"Me parece una buena idea." Contestó él con una sonrisa amplia, ignorando por completo su frialdad a la vez que se acercaba a ella y le hacía entrar en la primera cafetería que visualizó. 

"No lo decía en serio." Se quejó ella intentando soltarse de su agarre para seguir con su camino. "No te voy a invitar a nada. Tengo cosas que hacer, muchas cosas que hacer."

"No tienes porque invitarme, puedo hacerlo yo." Dijo quedándose igual de sorprendido que ella al expresar tanto entusiasmo repentino. Y apagó su sonrisa al notar la incertidumbre crecer en ella.

Estaba siendo demasiado directo, él tampoco acababa de entenderlo. No quería presionarla de ninguna manera, pero no podía parar de buscar excusas para poder hablar un rato más. Le sabía a poco ese reencuentro.

Ella suspiró y miró hacia el exterior como buscando algo, luego volvió a plantar su mirada en él y se apartó el flequillo de la cara sin desprenderse de las dudas. "Diez minutos, sólo diez minutos."

Y ahí se encontraba veinte minutos después, sentada en un rincón de la sala mientras observaba su taza vacía y el detective le hablaba sobre alguna de sus historietas, las cuales no escuchaba con mucha atención. No sabía porque había acabado aceptando, Gin no tardaría en poner a media organización en su búsqueda si tardaba más de la cuenta en volver a su laboratorio, se suponía que solo se había tomado un par de horas libres para tomar algo con su hermana...y ahora, a quien tenía en frente, no era ni más ni menos que Shinichi Kudo, un detective reconocido.

No acababa de molestarle, agradecía en parte salir de su estricta rutina, su encuentro con su hermana se había estropeado en cuanto Dai apareció en la cafetería. Y Kudo era más mono en persona que en las revistas. Pero no dejaba de ser el detective más popular de Japón.

"Debería marcharme." Le comentó cortando su nueva anécdota y levantándose de la silla para ponerse la chaqueta de nuevo.

"Te acompaño."

"No." Le frenó en seco, mirándole con la mirada más fría que podía transmitir antes de escabullirse y salir de ahí. "Adiós."

Así que Kudo pagó y tomó el camino de vuelta, observando su espalda caminar delante suyo y el pelo rojizo bailar sobre sus hombros.

La otra cara de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora