𝚅𝙸𝙸𝙸 - 𝙲𝚘𝚗𝚜𝚒𝚐𝚕𝚒𝚎𝚛𝚎

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『 Consigliere 』

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『 Consigliere 』

—Y dime Lia, ¿qué se traen Vincenzo y tú? —me lanza una mirada coqueta. Yo me atraganto y bebo ese poco de soju.

—¿Qué tipo de pregunta es esa? —respondo con otra pregunta y ella se carcajea—. Somos compañeros de trabajo, obviamente.

—¡Vamos! Que te conozco hermana.

La charla se ve interrumpida por el timbre de casa; alzo ambos brazos en victoria de no tener que continuar. Chayoung me mira con falsa molestia y aquello me hace reír.

—Es muy tarde para que alguien venga a molestar. Si es Jun-woo, espero haya traído palomitas.

—Si no, lo obligaré a que vaya a comprar unas —digo antes de salir.

Camino hacia el portón para abrir, del otro lado se encuentran dos hombres vestidos muy informales, como si fueran a realizar ejercicio.

—Buenas noches, estamos buscando a la señorita Lia Greco —dice uno de ellos, leyendo una hoja.

—¿Para qué la buscan?

Todo sucede tan rápido que con la fuerza que poseo, trato de cerrar el portón y, no teniendo éxito porque ese hombre logra abrirla, termino corriendo adentro.

—¿Qué pasa? —pregunta Chayoung confundida al verme en ese estado.

—Llama a la policía —se queda parada ahí sin hacer nada. Patean una, dos, tres veces la puerta—. ¡Llama a la policía!

Logran entrar y eso le saca un tremendo susto a ella que termina gritando. Jalo de su brazo sin importarme lastimarla, la conduzco a mi habitación para mantenernos seguras. Cierro con el pestillo, brindándonos segundos valiosos.

—Vincenzo —dice mi hermana asustada.

—¡Te dije que llamaras a la policía no a él! —grito ofuscada.

Golpean la puerta tan brutal que terminan rompiendo la madera de esta creando un hueco que continúan agrandando. Ambas gritamos tan fuerte como podemos.

—Vincenzo, ¡ven a ayudarnos! —exclama contra el teléfono y cuelga—. ¡Es que él luce como la policía!

Logra entrar uno por fin. Hago hasta lo imposible por esquivar el bate de béisbol que trae consigo mientras Chayoung se lanza sobre mi cama, manteniéndose hecha ovillo asustada —prefiero ser yo quien los reciba y no ella. Oigo el sonido de mi ventana ser abierta, doy un vistazo de reojo para ver qué el otro hombre ha entrado por ahí. Se lanza hacia ella, durmiéndola en cuestión de minutos.

Ahora lo intentan hacer conmigo, me agarran desde detrás y me colocan un paño, cubriendo desde mi nariz hasta la boca. Evito inhalar, pero dónde estoy luchando por deshacerme de su agarre, necesito recoger aire. Para ahorrar este proceso que les está costando, el del bate me brinda un golpe solo con la intención de perder la orientación. Lo deshecha a un lado y me levanta de ambos pies para sacarme de aquí.

In love with the devil〘Vincenzo〙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora