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『 Los orígenes del diablo pt. 1 』
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「Vincenzo」
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2 años antes. Milán, Italia...
Cuando sujeto mi encendedor para prender el cigarrillo, percibo el aroma a sangre fresca impregnada en este y manos, que a pesar de haberlas lavado arduamente, continúa ahí. También, me vi en la necesidad de cambiar mi atuendo por uno limpio.
El simple hecho de ver mi reflejo después de terminar un trabajo más a nombre de papá, ha reafirmado que soy alguien vil. Ni siquiera me importa haber matado a varios hombres en un mismo día porque, nada causa más placer que deshacerse de quienes han traicionado a tu familia.
Y ello, es la esencia pura de pertenecer a una mafia. Tenemos un lema: "matar o morir". Por supuesto, prefiero matar para sobrevivir, así fue como obtuve el papel de consigliere —aunado a haber estudiado leyes.
—Ciao Vincenzo —dice una voz femenina que me hace despertar de mi ensimismamiento—. Scusate il ritardo (pido disculpas por la demora).
—No te preocupes. ¿Para qué pediste verme?
La mujer del otro lado de la mesa, me mira de forma coqueta y, sin pensarlo tanto, es bastante obvio saber porqué ha escogido ese vestido con escote pronunciado. Desea sacar ventaja de la situación que va a discutirse.
—Sabes bien que nuestras familias están saliendo de una pelea un tanto... áspera. Y la mejor solución para hacerla olvidar, es concretar algo que pueda reforzar su unión.
—¿Y yo qué tengo que ver en esto? —pregunto desinteresado mientras apago mi cigarrillo—. Ahí tienes a Paolo o a mi jefe.
—Lo sé. Pero no estoy interesada en Paolo o tu jefe —descansa sus antebrazos sobre la mesa con intención de hacer notar su escote a propósito, seguido por querer acariciar mi mano.
Aparto mi mano disimuladamente. Observo nuestro alrededor, rezando porque ninguno de los otros comensales, esté notando su comportamiento vulgar.
—Graziella, hazte un favor y no te dejes en ridículo.
Ella ríe y ante un movimiento rápido, retira su pistola de su bolso, levantándose al tiempo. Todos se escandalizan, otros tiemblan, e incluso abandonan el bar manteniendo la calma —aunque tengan miedo.
