𝚇 - 𝚅𝚎𝚗𝚍𝚎𝚝𝚝𝚊 𝚛𝚎𝚌𝚒𝚙𝚛𝚘𝚌𝚊

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『 Venganza mutua 』

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『 Venganza mutua 』

Tengo la adrenalina a tope al igual que Chayoung. El señor Nam desarma su equipo del cuerpo del joven; Vincenzo se acerca a este con intención de reclutarlo sin bajar la guardia. Pide información sobre los depósitos de Babel Pharmaceutical para nuestro siguiente acto.

Mi hermana es quien realiza las fotos para mandárselas a su anterior jefa como advertencia.

Salimos del edificio abandonado aún manteniendo los mismos niveles de adrenalina en nuestros organismos, con excepción de él. Me mantengo en silencio, procesando lo que acaba de suceder a pesar de estar bien orquestado y, Vincenzo se da cuenta.

—Pido perdón si te asusté —dice con voz queda—. Debí habértelo consultado antes.

—Solo estaba nerviosa. Nunca había accionado un arma en un momento crítico pero el que estuvieras ahí, ayudó mucho.

Parece darse cuenta de las marcas que han dejado mis uñas al rascarme porque, se acerca lo suficiente para soplar en mi cuello. Cuando su aliento caliente choca contra la piel, suelto un gemido apenas audible.

—Así me sentí la primera vez que también usé un arma aunque, en mi caso, nadie estuvo conmigo. Tuve que hacerlo porque no tenía de otra —se detiene enfrente, a unos escasos metros y yo me tengo que ver obligada a mirar hacia arriba por la diferencia de altura—. Por ello, tu segunda lección es: debes usarla cuando sea realmente necesario.

Cuando él sujetó mi mano con la suya, sentí como si nada pudiera hacerme daño, incluyendo esa arma.

—Lección aprendida.

—Y la última por hoy —sujeta mis dos muñecas, ejerciendo fuerza moderada—, tus manos serán las que te protejan. Puedes improvisar con ellas... —comienza a moverlas llevándolas hasta su corbata.

—¿Qué hacen? —pregunta el señor Nam.

Nos alejamos al tiempo de intentar aclarar pero solo terminamos diciendo cosas contradictorias por lo que él es quien termina de hablar. Me mantengo cabizbaja, evitando mostrar mi evidente sonrojo.
El señor Nam se retira, expresando picardía en su rostro y con ideas erróneas.

—Gracias Vincenzo —digo, fingiendo naturalidad—, nos vemos mañana en nuestro siguiente golpe.

—¿Puedes albergar una noche más a mi odiosa hermana, Vincenzo? Aún no ha quedado solucionado ese asunto.

Quiero que la tierra me trague entera, olvidé por completo ese problema en casa. La respuesta es obvia. Jamás se opondría, inclusive si fuera el caso con ella. Por un segundo, viene a mi mente la idea de intercambiar lugar. Sin embargo, me ahorro tener que decirlo.

—Claro.

—Claro

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In love with the devil〘Vincenzo〙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora