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『 Ferragosto 』
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Frente a nosotros, tenemos la caja fuerte recién abierta y su contenido, sería el sueño de cualquiera —inclusive de una persona millonaria—, pero menos el de ella. Ha decidido mantenerla cerrada nuevamente hasta no tener una idea lo bastante convincente para abrirla y usar sus recursos de manera justa. Ese es el mejor regalo de cumpleaños que se puede dar hoy.
Antes de dejar Roma, los cuatro desayunamos cerca de la Fontana di Trevi, donde ordeno una rebanada de pastel sabor frambuesa y helado abajo, con una vela mientras nosotros le cantamos la canción de "feliz cumpleaños".
Cuando aterrizamos sobre las dos de la tarde en Milán, Lia nos pide ir a la Piazza del Duomo porque ahí se están llevando acabo varias actividades debido al Ferragosto. Observamos bailes que se realizan en las calles del centro, y le consigo una corona a ella, hechas de hojas artificiales. Pedimos a un transeúnte que nos haga fotos a los cuatro y después Chayoung, nos fotografía a nosotros dos.
Al pasar cerca de una tienda de gelatos al aire libre, conocida aquí en el centro, ambas hermanas preguntan si queremos, aunque, antes de responder, ellas ya están en la fila.
—Miren, deberíamos ir al concierto que habrá cerca. Me gustaría oír a los cantantes italianos —Chayoung muestra un panfleto del tal actividad.
Delante de nosotros, están dos hombres que se ríen por lo bajo. Hablan y simplemente podría haberlos ignorado pero Lia ya ha puesto sus ojos encima de ellos al escuchar que uno hace un comentario despectivo hacia Chayoung. Por supuesto su hermana ni Luca se han enterado porque están concentrados en el heladero.
—¿Qué hace aquí? Estamos en una fiesta tradicional, que regrese a su país. Ni nos entiende —mascullan antes de irse.
—No puedes pelear o sino atraerás a los policías —murmuro cerca de su oído. Ella da la media vuelta, dándome una mirada retadora.
—Tesoro... ¿quién dijo que voy a pelear? Solo voy a decirles lo que pienso al respecto.
—Ya tengo sus helados —apenas mi amiga se acerca para entregarme el mío, Lia ya se los ha quitado de las manos, para dirigirse hacia esos dos.
—¿A dónde va esa tonta?
Miro como los reprime sin entender ellos bien lo que sucede. Quiebra los dos barquillos usando las manos, procediendo a embarrárselos a cada uno en la cara.
—¡Por favor! Mi hermana está loca.
—Hizo algo mejor de lo que pensaba hacer —suelto sin ser completamente consciente que lo he dicho en voz alta.
