『 El oro 』
Nunca antes había visto a mi hermana conducir tan rápido hasta ahora. Nuestra desesperación incrementa en cada kilómetro recorrido gracias al mensaje que recibimos de parte del señor Ahn.
Chayoung ni siquiera aparca en el estacionamiento, sino a un costado del edificio para poder ayudar a Vincenzo con respecto al oro. Apenas ha transcurrido hora y media desde que tuvo que irse del edificio en compañía del señor Cho.
Llegamos justo a tiempo y, Chayoung y yo aguardamos en la puerta del edificio, ideando una buena excusa que haga que los inquilinos no entren. El señor Nam es quien se acerca al autobús, retrasando el descenso de cada uno.
—¿Por qué no se apura? —pregunta mi hermana acomodando su atuendo desarreglado por el viento—. Llámale, seguro te contestará.
Saco mi teléfono con la pantalla hecha pedazos, si no fuera porque tengo su contacto en "importantes" junto con el de mi hermana, me costaría hacerla. Llamo una, dos... cuatro veces, sin obtener respuesta.
—No responde.
—¡Vamos adentro! —grita el señor Hong-shik.
—¡Esperen! ¿¡Por qué han regresado!? —exclama mi hermana, nerviosa pero estos la ignoran—. Tú ve al sótano y yo trataré de impedir que vayan. ¡Ya, ya, ya!
Comienzo a correr dentro del edificio, una vez topándome con las escaleras que conducen al sótano, las bajo de dos en dos, teniendo precaución de no caerme.
Me siento agotada justo antes de abrir la puerta de vidrio del templo Nanyak, que inhalo todo el aire posible para poder hablar.
—Señorita Lia —dice el señor Cho, al tiempo de acomodarse sus gafas.
—¿Qué pasa? —pregunta Vincenzo, confundido.
—Los inquilinos han regresado y se dirigen para acá —observo el desastre que hay en el suelo, que me es inevitable no alterarme—. ¡Hay que limpiar rápido!
—Cuida la puerta y nosotros nos encargaremos de limpiar.
Salgo a vigilar que nadie se acerque, aunque a la distancia puedo escuchar sus voces. Miro entre momentos a esos dos apurados en acomodar y cómo se lastiman en el proceso.
Veo a Mi-ri y al señor Hong-shik acercarse, mi mente maquila una historia que pueda entretenerlos lo suficiente para ganar tiempo.
Dos manos jalan con fuerza mi saco, arrastrándome hasta al frente del altar de Buda.
—Síguenos la corriente —indica Vincenzo.
Se hincan y se acomodan para empezar a orar. Ambas puertas de vidrio se abren; rápidamente uno las palmas de mis manos y cierro los ojos un instante.
—Guarden silencio, estamos orando —digo, evitando reírme.
—¿Por qué regresaron? Estamos haciendo ciento ocho reverencias.
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In love with the devil〘Vincenzo〙
Hayran Kurgu: ✦ 𝙸𝚗 𝚕𝚘𝚟𝚎 𝚠𝚒𝚝𝚑 𝚝𝚑𝚎 𝚍𝚎𝚟𝚒𝚕 ❞ 𝐖𝐡𝐞𝐧 𝐲𝐨𝐮 𝐟𝐞𝐞𝐥 𝐦𝐲 𝐡𝐞𝐚𝐭 𝐥𝐨𝐨𝐤 𝐢𝐧𝐭𝐨 𝐦𝐲 𝐞𝐲𝐞𝐬, 𝐢𝐭'𝐬 𝐰𝐡𝐞𝐫𝐞 𝐦𝐲 𝐝𝐞𝐦𝐨𝐧𝐬 𝐡𝐢𝐝𝐞. Si estás dispuesta a confiar en ese hombre con rostro encantador, asegúrate de que...