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『 Milán 』
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「Lia」
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Mi teléfono suena a mitad de la noche haciéndome despertar. Reviso la pantalla manteniendo ambos ojos entrecerrados mientras estos se acostumbran a la luz.
Leo su nombre en esta y el estómago me da un vuelco por la emoción.
—¡Hola, Vin! —arreglo mi cabello despeinado, como si él fuera capaz de verme.
—Estuviste cerca, Lia. Pero no, no soy él.
Parpadeo a la par de mirar de nueva cuenta la pantalla del teléfono, cerciorando si he leído correctamente el nombre de con quien estoy hablando. Y mi corazón se acelera angustiado, porque es su número.
—¿Por qué tienes su teléfono? ¿¡Qué le hiciste!? —espeto enfadada—. Greta, ¿¡qué le hiciste!?
Chayoung irrumpe en mi habitación, mostrándose alterada. Se coloca en cuclillas a un lado de la cama y con un ademán, me pide que ponga la llamada en altavoz.
—¿Por qué supones que le hice algo? Vincenzo se encuentra bien.
—Ni se te ocurra ponerle un dedo encima o te juro que...
—Tus amenazas podrán funcionar con otros, a cambio conmigo, no. Además, ¿por qué piensas que quiero hacerle algo cuando él y yo estamos trabajando juntos?
—¿Qué? Él ni siquiera sabe de ti —digo, comenzando a hiperventilar.
—Ambos tenemos algo que puede interesarte —alardea. Suelta una risita antes de proseguir—. Está ayudándome con tu caja fuerte. Resulta que a Vincenzo también le interesa su contenido.
Mi hermana pone gesto de no entender el tema de conversación y, con solo mover los labios, le comunico que será algo que voy a contarle después.
—Él no sabe sobre eso y si fuera lo contrario, no se habría aliado contigo.
—Lia, ¿eres así de ingenua siempre? Nosotros, que pertenecemos a mafias, sabemos manipular a los demás, sobretodo, mentirles a la perfección. Y sé de antemano, no sería la primera vez que lo hace contigo.
Cuelgo de mala gana y arrojo el teléfono al suelo. Trago un perfecto nudo en mi garganta que me llega a causar molestia. Chayoung aguarda unos segundos pensando lo que va a decir: