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『Hasta que la muerte nos separe 』
Después de que mi hermana y Luca regresan de su viaje, nos alcanzan aquí en Milán y les damos la noticia que creían que nunca iban a escuchar. Chayoung comienza a hacer planes con una sonrisa amplia en su rostro, yo solo escucho pacientemente con tal de no interrumpir.
Por eso a la semana siguiente, Vincenzo y yo fijamos la fecha de ese importante día: el día de mi cumpleaños, que es el Ferragosto, por petición suya.
Con ayuda de Chayoung, hacemos una extensa lista de lo que se necesita y me acompaña a los lugares donde se consigue todo eso, iniciando con las flores.
Llegamos a una florería reconocida en Milán, vemos una extensa variedad pero desde antes de venir, ya tengo escogida la ideal. Papá, cómo un amante de la jardinería, me hizo amar las orquídeas y a pesar que hay de diversos colores, para esta ocasión, serán blancas, las cuales significan un amor muy puro. Ya decidido esto, vamos a comer cerca de la catedral; pedimos la famosa lasaña que caracteriza este sitio junto con vino rosa.
—Ahora que lo pienso, no te he preguntado cómo fue —menciona ella, llena de curiosidad.
—Recreó la fiesta italiana que hizo en Geumga Plaza.
—Claro, debí suponerlo. Solo él haría eso —ríe—. ¿Ya les diste la noticia a los inquilinos? Seguro la señora Hee-soo amará saber esto. Mejor dicho, todos. Es algo que esperábamos con ansias.
Siento mis mejillas enrojecer porque sin querer alardear, es verdad. Asiento y le muestro la conversación que he tenido con ellos el día después de cuando ocurrió.
Continuamos nuestro largo recorrido yendo esta vez, a una tienda que vende exclusivamente relojes. Ambas buscamos cuál sería el adecuado para alguien como Vincenzo; concordamos que la correa debe ser plateada junto con la caja y manecillas, su dial azul navy, al igual que una inscripción.
"Il mio diavolo"
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Al anochecer, Vin está en su estudio haciendo lo de siempre, asegurándose que los asuntos sobre su mia famiglia, se encuentre en orden. Entro sonriente, manteniendo el regalo escondido a mis espaldas.
