¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
『 El novio falso 』
───────◇───────
「Lia」
Escupe el café que se encuentra bebiendo, mojando apenas algunas hojas de la mesa.
—Con voz serena y un tono frío —concluye mi hermana.
—¡No lo haré! ¡No puedo! —grita molesto cogiendo su saco y maletín, listo para irse.
—Espera —trato de detenerlo usando ambas manos—. Te propongo un trato. Pide lo que tú quieras.
—Muévete.
—Pide lo que tú quieras —insisto, aplicando más fuerza impidiendo que avance. Gradualmente va cediendo hasta quedarse quieto.
—Una botella de vino —dice por fin. Asiento feliz—, la más cara que exista —me mira serio. Yo abro y cierro la boca sin poder decir nada—. O no hay trato.
—¡Aish! Está bien, tenemos un trato.
—¡Excelente! Vamos a estar cerca de ti, dándote instrucciones para que no te pongas nervioso.
Vincenzo parpadea, pensándolo mejor... se deja caer sobre sus rodillas volviéndose a negar en forma de berrinche. A nosotros solo nos queda consolarlo y seguirlo motivando.
Más tarde, vamos al club campestre puesto que es la siguiente actividad dentro del itinerario de Hwang Deok-bae. Aquí, solo venimos nosotras y él para cerciorarnos que todo termine bien. Mientras Vincenzo se desplaza montando a caballo en el picadero de entrenamiento, Chayoung y yo observamos al otro lado de una verja.
—Cierra la boca hermana, estoy ahogándome en tu saliva.
Intuitivamente llevo una mano hacia mi boca la cual se encuentra abierta pero sin rastro alguno de saliva.
—Qué graciosa —digo sarcástica. Finjo limpiar la arena, al tiempo de mirar hacia el otro lado.
—Solo disimula o se dará cuenta que te gusta —alza ambas cejas con picardía.
—No me... —intento mentir pero ella me regala una mirada de «ya es bastante obvio»— vale, si me gusta.
Y bastante.
Observo cómo trota en el caballo con total dominio. Dejo escapar un suspiro inconscientemente del shock de verlo hacer tal actividad. ¿Me veré muy estúpida?
—Necesito aire —digo al tiempo de irme hacia los establos.
Después de una hora, él llega absorto en sus pensamientos que ni se da cuenta del momento cuando aparecemos mi hermana y yo.
—Quiere tomar algo esta noche. No creo poder hacerlo —sonríe sin ápice de humor—. Solo pensarlo me hace temblar.
—Ve a tomar algo entonces. Será más fácil conquistarlo si está relajado.