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『 El chaman 』
Su rostro al dormir, refleja paz y eso me hace creer que al menos ella, ha podido domar a sus demonios internos.
Recorro con extrema delicadeza su cabello para no despertarla, deposito un beso en su frente —sonríe y solo espero que haya sido por lo que está soñando— y susurro cerca de su oído:
—Nunca había perdido la cabeza por una mujer, hasta que llegaste tú. Soy capaz de acabar con el mundo, con tal de protegerte.
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「Lia」
De: Hermana Gracias por avisarme dónde estás, grandísima tonta. Si no fuera porque ayer me dijo que estabas con él, casi iba a la policía a reportarte como desaparecida.
Su mensaje me despierta pero no respondo. La cabeza duele un poco y cubro mi rostro con el edredón para que la luz del día, no me lastime. Doy un suspiro y me levanto de su cama. Noto que él continúa durmiendo en la colchoneta; camino en puntitas para ir llegar a la cocina y preparar el desayuno.
Pongo la mesa, comida junto con tazas de café, seguido de reproducir música clásica italiana.
—No era necesario todo esto —dice él, sonriendo desde la puerta.
—Es lo menos que puedo hacer por haberme permitido quedarme. Ven, desayunemos.
Hacerlo teniendo este agradable ambiente, me trae agradables recuerdos de cuando desayunaba en compañía de mis padres en la terraza con vista a un pequeño viñedo. Si algún día decido regresar a Italia, quiero tener momentos así.
—Chayoung y yo queremos salir a dar un paseo con tu madre.
—Claro. No hay problema con ello —da un sorbo a su café—. Las acompañaré.
—Antes de hacerlo, veremos a mi hermana en el centro comercial.
No dice nada más. Pienso en las palabras que su madre me escribió en la carta y en la plática que tuvimos ayer en nuestra visita al hospital. Desconozco cuánto tiempo le reste de vida a la señora Oh pero quiero acercarlos lo más que pueda.
—Vin —digo, haciéndome pequeñita—, creo que ambos deberían hablar. Dile que lo sabes. No le queda mucho tiempo y no quiero que pases por algo tan doloroso.
«No quiero decirle porque tengo miedo a que mi hijo me rechace».
Respeto su silencio. Él se pone de pie primero, llevando los trastos sucios al fregadero; tomo esto como cederme su lugar para tomar un baño y cambiarme con ropa que en algún momento de la madrugada Chayoung trajo.
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