Sentí cuando me tumbó sobre la cama y reboté, luego se dirigió a su baño y su "pequeño" y lindo trasero se balanceaba de lado a lado mientras caminaba. Gemí y tiré de las esposas, pero no se soltaban, ni siquiera tenían pestillos de liberación como el traje.....
-Si te preguntas por qué no puedes liberarte... te diré que son esposas de verdad. Le di dinero a Pau para que las comprara antes de la fiesta.- Dijo mirándome desde la puerta.
-¿Por qué?- Pregunté. Apreté la mandíbula cuando empezó a pavonearse de su sensualidad matando a mi pobre clítoris.
-Bueno, ya que realmente querías ir a esa fiesta, yo decidí tener un poco de diversión contigo.¿ No te estas divirtiendo Daniela?- Preguntó. Pude ver un parpadeo de compasión en su rostro, pero al segundo que dije mis próximas palabras...
-Lo estoy, pero no creo que pueda aguantar más burlas Poché.- me quejé.- ¿Me puedes liberar?- Le pregunté mientras giraba el cuerpo para mostrarle mis manos atadas.
-Hm...- Ella pensó, haciendo girar el bastón en el aire de nuevo.- No.- Contestó en cuestión de segundos.- No bebé, eres mía esta noche.
-Puedo ser tuya sin esposas Poché...
-¿Nunca has jugado con unas antes? No parece que traen cierto... picante al dormitorio.- Me dio un guió y sacudí la cabeza para responder a su pregunta.- Además de que eres una reclusa traviesa no tienes derecho a usar las manos en este momento.
Si ella seguía haciéndome esto, me iba a reventar y no el buen sentido. Mi centro estaba apretado y palpitando continuamente, yo no creo que pueda aguantar mucho más.
-Por favor, Poché... hazme el amor.- Gemí y traté de encontrar una posición para que mi clítoris pudiera ponerse en contacto con algo, pero si el uso de mis manos era bastante inútil. Sólo podía esperar.
-Wow Señorita Calle, ¿usted no puede ir por ahí pidiéndole a agentes de policía eso?- Dijo riendo... me empujó hacia abajo y se puso a horcajadas sobre mí. Quedé realmente atascada y mi clítoris dolía tanto.
Nunca sabría lo torturante de sus burlas, hasta que pasó sus uñas de arriba a abajo por mis pechos haciendo caso omiso a los tics que mi cuerpo sufría por sus toques.
Traté de inclinarme para poder besarla pero ella simplemente me sostuvo de los hombros y me lanzó de nuevo a la cama.
Lo que hizo a continuación fue realmente cruel, o no sé si realmente increíble. Cogió su bastón y con la punta aplicó presión a mi clítoris hinchado, a través de mis pantalones cortos. Apretó y empezó a hacer círculos en mi bulto sensible de nervios y cada vez la sensibilidad se me hacía demasiado difícil de soportar.. ya estaba cerca de un orgasmo y mis gemidos se hicieron más y más fuertes. Cogió uno de mis pezones, lo tiró y apretó haciéndome sentir un dolor leve, pero gracias a lo que hacía con el bastón en mi clítoris el dolor desaparecía al instante. Entonces se inclinó hasta mi cuello y lo chupó como si su vida dependiera de ello.
-¡Oh Poché!- Me retorcí debajo de ella y sin saberlo, una lágrima cayó de mis ojos. Nunca había querido tocar a alguien tanto en mi vida y que en este momento, me estaba torturando. Sin embargo, la presencia de las esposas le daba cierto efecto, la forma en que hacía mis manos inútiles y la forma en que me torturaba hicieron latir mi clítoris contra mi ropa interior cada vez que pensaba en ello.
María José continuó su trabajo con el bastón y yo continué mi forcejeo inútil. Creo que a juzgar por la sonrisa en su rostro, le gustaba verme cuando yo trataba de soltarme. Una vez quedé exhausta, me dejé caer sobre la cama y noté como Poché frunció el ceño pero mi visión estaba borrosa.