Capítulo 66: Pizza imposible

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-¿Qué diablos estamos haciendo mal Dani?- Maria José renegó mientras sostenía la masa pegajosa, que se suponía que era la masa de la pizza.

-Umm..- Me pregunté en voz alta mientras miraba al iPad de nuevo. Mis ojos se desplazaron por la receta y no pude evitar reírme de nuestro error.

-¿Qué?- Su ceja levantada.

-Sólo añadimos la mitad de la harina que se suponía que era. ¡Qué fracaso!

Poché gimió y golpeó su cabeza contra la nevera en frustración. La detuve poniendo mi mano sobre su frente por detrás y envolviendo mi otro brazo alrededor de su estómago, acercándola a mí.

-Deja de ser tan dramática.- Sonreí y besé la parte superior de su cabeza, bajé la mano de su cabecita y sostuve mi brazo alrededor de su cuello cariñosamente.

A pesar de que era mayor que yo, era muy infantil y eso la hacía tan linda pero sexy a la vez. Una combinación de muerte. La oí gimotear como un cachorro y cerré los ojos, recordando como hizo ese mismo ruido cuando la tuve inmovilizada debajo de mí y le estaba tomando el pelo hace tantos meses.

Me mordí el labio con fuerza cuando esos malditos escalofríos y corrientes eléctricas se hicieron cargo de mi cuerpo. Mis caderas querían empujar contra su increíble trasero, sólo para conseguir un poco de fricción, para librarme de la sensación molesta en mi centro. Aspiré su aroma dulce pero enfermizo, consiguiendo marearme por las feromonas que emanaba.

-Dani.- Gimió, cuando llevé mi mano de su boca y la envolví alrededor de su cintura, sólo con un poco más de fuerza, haciendo que su trasero chocara contra mi centro. Dejé escapar un gemido ahogado que había tratado desesperadamente de contener, pero no sirvió de nada.... ella era mi droga.

Le oí una respiración alternada a través de su boca y descansó su cabeza a un lado de la nevera, ahora me era difícil llegar a su cuello para terminar el chupetón que estaba haciendo allí. Así que para solucionar eso, tomé un puñado de su cabello y suavemente le eché la cabeza hacia atrás clavando mis labios y los dientes de nuevo en su piel. El ruido que salía de ella era casi animal, tan jodidamente sexy.

-Dani tienes que comer...

-Shhh.- Le susurré al oído y miré mi hermosa marca en su piel de porcelana. Mordí su lóbulo de la oreja mientras mi mano se deslizaba de nuevo hasta acunar su centro. Literalmente pude sentir el calor y la humedad por encima de sus pantalones vaqueros. Ella estaba claramente empapada.

Empecé a empujar mi centro contra su trasero de atrás hacia adelante y haciendo presión con mi mano en su centro empapado. Ella empezó a mover sus caderas con las mías y yo movía mis besos de su oído a su mandíbula y a la parte posterior de su cuello. Comenzó a gruñir muy fuerte, demasiado fuerte.

-Cállate.- Le susurré.- No creo que mi padre se haya ido todavía.

-Es un poco difícil cuando estás haciendo eso.- Susurró entre dientes, luchando ahora porque yo había dejado mis movimientos cuando estaba hablando con ella. Permití que se diera la vuelta, pero inmediatamente la estrellé de nuevo contra la nevera.- Daniela....

La corté una vez más con un largo y apasionado beso. Sus manos se habían plantado en mis hombros para empujarme, pero en el momento en que nuestros labios se tocaron, ella las dejó caer, casi como si la dejara débil.... eso fue una sensación muy agradable, ser querida de esa manera.

-¡Adiós Dani!

Mierda Mierda Mierda. Estuve fuera de Maria José en milisegundos y enderecé mi ropa antes de contestar de nuevo.

-¡Adiós papá!- Mi voz se quebró, joder.- ¡Diviértete!

-¡Gracias! Adiós Maria José.

-Adiós Sr. Calle.- Gritó, su voz todavía inestable por lo que acababa de suceder. Tan pronto como escuché el portazo. Dejé escapar el aliento que había estado conteniendo. Miré a Maria José y pude ver que estaba muriendo por reír, hasta que soltó una carcajada. Yo no podía dejar de reír con ella.- Wow, eso estuvo cerca.- Exhaló.- Ahora, por el amor de Dios ¿podemos hacer esta pizza?

Me reí.- ¿Vamos a pedir para llevar?

-Sí, por favor.- Respondió con una mueca, que no pude evitar besar. Antes de que pudiera subir de tono, ella se apartó y dijo que iba a buscar un menú. El latido de mi corazón se desaceleró mientras la veía alejarse de mí y se aceleró de nuevo cuando regresó junto con una gran sonrisa. ¿Es esto amor? Realmente espero que sí.

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-Come bebé, lo estás haciendo bien.- Dijo mirándome, mientras yo comía un tazón de pizza. Sabían muy bien, pero era muy abundante.

Se me estaba haciendo difícil tragar y todavía tenía la mitad de la rebanada, así que acepté mi derrota y la dejé en el plato.

-No puedo comer más.- Suspiré y sostuve mi estómago. No estaba muy llena, pero me dolía como el infierno.

-Bueno, vamos a hacer un trato ¿de acuerdo?- Sonrió


-¿Qué clase de trato?- Le pregunté con curiosidad. ¿Qué estaba pensando?...

-Por cada bocado que comas, puedes pedirme que haga algo y tengo que hacerlo.

-¿Cualquier cosa?- La sonrisa de Maria José desapareció al ver mi sonrisa.

-Dentro de lo razonable.

-Está bien.- Estuve de acuerdo y agarré el trozo de pizza, mi brazo se sentía tan pesado... Yo realmente no quería comer más, pero la oferta era demasiado buena como para resistirme.

Puse un pedazo de pizza en mi boca y volví a mirar a Maria José que me miraba expectante. Mordí, degusté y tragué con dificultad. Tomé agua y puse una gran sonrisa en mi cara.

-Quiero que...- Empecé. Me levanté y me puse detrás de ella. Pude ver que se había tensado.- Que te quites la camisa. Si tú no estás usando un sostén, ve y ponte uno... voy a esperar.- Le dije, acariciando sus hombros, inmediatamente se levantó y desapareció escaleras arriba, esto iba a ser bueno.

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Espero que les esté gustando este maratón, hasta el final de esta historia, y espero que la espera haya valido la pena para ustedes.

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Nos leemos, 

-Al.

Lujuria Oculta (Adaptación Caché)Where stories live. Discover now