-Mmm, ¡Vaya! Señorita Calle.- Me guiñó un ojo juguetonamente.
-No quiero que me llames así nunca más.- Le contesté en un tono severo, eso me hacía acordar del pasado doloroso... lamentablemente Maria José no entendía.
-¿Y por qué señorita...
Le tapé la boca con una mano para mantenerla callada. Ella frunció el ceño y trató de escapar de mis manos, pero me quedé firme.
-Sugiero que te calles.- Le dije, apretando mis muslos con toda la fuerza que tenía y le agarré los dos brazos con mi mano libre. En el momento en que vi sus ojos verdes había una gran llama y brillo por mi repentina dominación. Yo sabía que ella quería dominarme, entonces, quité mi mano de su boca, pero ella empezó a hablar de nuevo así que me burlé y la puse de nuevo con la misma rapidez.
-¿Qué dijiste Garzón?- Gruñí. Ella me devolvió la mirada con sorpresa y sentí sus dientes debajo de mi mano, ella estaba sonriendo... le gustaba esto.
Empecé en su cuello, inclinándome y dando pequeñas mordidas haciéndola temblar, ella dejó escapar un gemido ahogado en consecuencia. Me mudé a sus pechos y los liberé rápidamente de su sujetador e hice lo que había hecho antes, burlarme. Empecé a dejar besos húmedos y lengüetazos alrededor de su pecho, ella dio un sutil movimiento de caderas, que me daba a entender que me necesitaba más abajo y no donde estaba... Difícil.
Ella se escapó de mi agarre y trató de empujar mi cabeza hacia su centro, pero yo no me movería de sus pechos no importaba cuanto ella tratara. Gimió y después trató de mover mis manos hacia su centro.
-Ten un poco de paciencia.- Le susurré y volví a molestarla con mi boca.
Apenas veinte segundos después, exhaló ruidosamente y levanté la cabeza para mirarla.
-Tienes que detenerte.- Jadeó, con los ojos medio cerrados.- Estas en lencería, me tienes bajo tus pies y me estás matando Dani, por favor.
Sonreí pero no dije nada mientras lamía lentamente su abdomen. Ella gimió, arqueando su espalda.
-Tú sabes que te encanta esto.- Le dije. Con un grito ahogado fue todo lo que respondió. Me deslicé más abajo e hice un chupetón justo encima de su hueso de la cadera.
-Por favor.- Se quejó, pero yo sólo la mordí haciéndola gruñir.
Ya estaba preparada para tomarla, sin embargo, cuando mis labios rozaron la cintura de sus bragas, su ritmo respirando aumentó considerablemente pero se quedó quieta. Buena chica.
Deslicé fuera sus bragas y le abrí las piernas, pero todo lo que hice durante unos minutos fue morder sus muslos, lamer los bordes de la cadera y besar las curvas de su cuerpo. Me estaba torturando a mí tanto como a ella. Quería ver cuánto tiempo podía durar antes de que yo tuviera que ceder. Entonces, un mordisco fue suficiente.
-Daniela, follame.- Gimió, ya temblando.
Y a su vez fue suficiente para mí. No más burlas, no podía dejar de tomarla.
Y entonces, empujé mí lengua dentro de su centro, duro y rápido, una y otra vez. Estaba tan mojada, que yo podría haberme ahogado y no me habría importado. Todavía sabía lo mismo y nunca me di cuenta lo mucho que había extrañado su sabor.
Deslicé mi lengua fuera y empecé a lamer alrededor de su clítoris, sus muslos empezaron a temblar alrededor de mí mientras mi lengua bailaba en círculos alrededor de su centro palpitante.
-Mmm Poché.- Gemí, mientras me agarraba un puñado de cabello y me empujaba aún más en su centro, manteniéndome allí hasta que yo hiciera mi deber. Yo estaba tan mojada por sólo conseguir que ella se viniera. Unos segundos más tarde, ella perdió el sentido, sus gemidos se convirtieron en ruidos feroces, casi animalistas... pero bueno, yo hablaba en el mismo lenguaje también.
