*Aviso*
Este capítulo es fuerte, no es +18, pero tiene contenido algo fuerte para algunas personas, así que si no te gusta este tipo de contenido, no te recomiendo que lo leas. En cambio si te gusta, adelante, y disfruta. 7w7
-Urgh.- Gruñí cuando me empujó contra la pared. Luchaba para ponerle la llave a la cerradura y bloquear la puerta mientras ella me besaba con fuerza y pasión. Siempre he bloqueado la perta desde.... La muerte de mi madre.
Finalmente logré hacerlo y ahora podía concentrarme en lo que Maria José estaba haciéndome.
-Poché.- Solté un gemido cuando se mudó de mis labios a mi cuello. Ella no sabía sobre mi lugar especial, el lugar que Mario nunca estimuló correctamente. Pero creo que a partir del creciente temblor y de mi respiración entrecortada mientras se movía más cerca de él, se dio cuenta.
Tan pronto como lo encontró, mi espalda se arqueó y tuve que contener mi respiración. Sentí su sonrisa traviesa contra mi cuello, tomo la piel de él entre sus dientes dando pequeñas mordiditas tirando con suavidad antes de calmar y chuparlo con la lengua. Un grito bastante fuerte se escapó de mi boca cuando ella me mordió más duro que provocó una fuerte sacudida que fue directamente a mi clítoris. Se quedó allí un ratito saboreando el lugar y dando el último besito.
-Bueno.... Alguien tiene un pequeño hmmm ¿lugarcito?- Sonrió y se dispuso a chupar mi clavícula. La agarré la mandíbula y la atraje hacia mí para encontrarme con sus labios. No podía ni siquiera empezar a describir el hambre que tenía de Maria José. Mi cuerpo y mente me gritaban que la tomara en este mismo instante, pero eso no iba a suceder, no lo permitiría. No sabíamos lo suficiente de las dos, quiero decir, apenas hemos tenido nuestro primer beso y yo sabía que Maria José era muy respetuosa.
-Poché.- Gemí, cuando bajaba su mano de mi espalda hasta mi trasero comenzando a masajear y a darle apretones. Mis caderas inconscientemente dieron un saltito y oí su risa ronca, Dios, me tenía loca y se burlaba de mí.
Me alejé de la pared y la llevé a la sala de estar, estábamos caminando hacia atrás mientras nos besábamos, de repente sentí cuando chocó con el brazo del sofá, me detuve a mirarla y no me pude resistir, la cogí de las piernas para que cayera sobre el sofá.
La vi allí tendida, con el pelo extendido a lo ancho del brazo opuesto del sofá, su pecho subía y bajaba, con las pernas colgando por el borde, sus ojos negros negros y llenos de lujuria. Sonreí pícara y me lancé encima de ella, de inmediato envolvió sus manos alrededor de mi espalda para que mi cuerpo estuviera aún más cerca del suyo.
Jadeé cuando nuestros pechos se tocaron a través de nuestra ropa, me mordí el labio y ella lo noto. Sonrió burlonamente y empezó a besar mi cuello, mientras yo trataba de mantener el equilibrio en el sofá con un brazo. Una de sus manos bajó por mi espalda para detenerse en mi trasero de nuevo.
Sentí que era injusto que solo ella pudiera tocar, así que me moví a un lugar donde no necesitara mi brazo para equilibrarme y llevé mis manos hacia sus costados, pasando mis uñas de arriba a abajo por su cintura a través de la camisa. La oí gruñir y mis dedos conocían su piel donde le había levantado la blusa.
-¿Este es uno de tus puntos?- Susurré y le hice cosquillas a los lados de la cintura de nuevo, sólo para ser recibida por la misma reacción. Decidí ser un poco más atrevida y empujando la blusa, exponiendo su estómago hasta que llegara a su sujetador. Era negro como yo esperaba.
Levanté la vista y esa mirada me encendió, me tire hacia abajo y empecé a dejar besos húmedos por todo su abdomen. Sentí que sus caderas empezaban a moverse pero mi cuerpo sobre el de ella no le permitía mucho movimiento.