Sus orejas se levantaron y se lanzó hacia mí con bastante fuerza, y por primera vez en seis meses, pude reír.
-¿Cómo hiciste eso?- Se quedó sin aliento.
-Lo conozco.- Le respondí con una amplia sonrisa, finalmente algo por lo que valía sonreír.
Él estaba lamiendo mi cara y tratando de meter su lengua en mi oreja al igual que antes, los recuerdos vinieron de nuevo a mí, inundándome como un tsunami y yo luchaba por mantener la calma.
-Bueno, parece que ha encontrado su nuevo propietario, claro si tu lo vas a tomar.- Soltó una risita.
-Me encantaría.- Le contesté. Saqué algo de dinero de mi bolsillo y se lo ofrecí.
-Nono, por favor, no quiero tu dinero.
-No tienes idea de lo mucho que me has dado, por favor tómalo.- Le respondí y lo metí en su mano.
Le di la espalda, y empecé a correr de vuelta mi coche, yo todavía tenía que recoger a otro pequeño ácaro.
-¡Gracias!- Grité.
-¡No, gracias a ti!- Respondió con una sonrisa.
Me detuve y corrí hacia ella para darle el mismo papel que me dio.-¿Puedo tener tu número así podrás volver a verlo?- Pregunté.
Ella asintió con una sonrisa amplia y anotó su número.
-¡Soy Ally!- Ella gritó cuando me escapé de nuevo.
-¡Daniela!- Le contesté, corriendo con todo lo que tenía. Por fin volví a mi coche, puse a Tiguer atrás y arranqué.
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Era él, ¡¡Tiguer estaba conmigo!!, yo simplemente lo sabía.
Me dirigí a la dirección que me dio Ally y me detuve en un edificio de aspecto bruto... Corrí con Tiguer hacia el interior y le dije al chico del mostrador que estaba buscando un maltés blanco que había entrado con el perro que tenía cargado. Él chico sonreía mientras miraba a Tiguer y me llevó a la parte trasera del lugar.
El sonido de ladridos y ladridos llenaron mis oídos y me causaron un gran dolor de cabeza, pero no me importaba, yo necesitaba a mi Príncipe también conmigo.
-Ah, él está.... aquí.- Se detuvo frente a una jaula vacía con el rostro lleno de confusión.- Él debería estar aquí... ¡Rayos!
-¿Qué?- Lloré.
-Él fue considerado inseguro para realojamiento así que por normas del centro fue llevado para el proceso de... eutanasia.- Dijo leyendo una nota que estaba pegada a la jaula.
-¡QUE!- Grité, asustando a Tiguer.- ¿Cuándo?
-Hace una hora.- Dijo con tristeza, pero después su rostro se iluminó un poco.- Él puede estar todavía allí, ¡Vamos!
Corrí detrás del chico e irrumpimos por una puerta donde alojaban a los caninos que iban a dar de baja. me negué a mirarlos a los ojos, era aterrador. El chico buscó a través de las jaulas y vio una con la etiqueta 'Maltés blanco' en él, pero estaba vacía.
A continuación, el chico entró a una habitación y cerró la puerta. Me sentía enferma. Él podría estar muerto y todo porque tenía miedo de estar con alguien que no fuera su madre. Me agaché y lloré con Tiguer, que claramente odiaba estar de vuelta en este lugar por la forma en que temblaba.
La puerta por donde el chico entró, se abrió... y eso solo me hizo llorar más...
El tipo tenía en sus brazos a mi pequeño Príncipe, que de pequeño ya no tenía nada. Me acerqué a él y lo sostuve en mis brazos mientras el me olía y luego procedía a lamerme la cara.
-Tú definitivamente eres su madre ¿eh? Él ha mordido a todos los demás. Mira.- El chico levantó un dedo ensangrentado y yo apenas me reí.
-Me lo llevo.- Le dije y tomé mis dos perros de vuelta al pasillo donde pagué por Principe con el resto de mi dinero.- Muchas gracias.- Le fijo con gratitud. Me sonrió en respuesta y salí para volver al coche con mis dos hijos. Sonreí mientras observaba jugar a mis dos bebés en el asiento de atrás y tenía que decirlo, pero mi corazón se recompuso un poco.
Mi vida.... fue un poco más fácil después de eso. Cada vez que tenía una de mis episodios de depresión, ya fuera Principe o Tiguer me animaban de un modo u otro. Mi padre se alegró mucho y se echó a llorar cuando me vio sonreír una vez que los llevé a casa conmigo. No le gustaban los perros pero no vaciló y me permitió mantener a los dos, él sabía que yo los necesitaba.
Pau no lo podía creer, la primera vez que entró a mi habitación y vio a los perros la bombardearon. Ella los había visto en fotos que le había mostrado en mi teléfono antes de todo lo sucedido.
Le tomó un tiempo para que su mente recordara que estos eran los perros de Maria José pero una vez que lo hizo, ella me abrazó mientras yo lloraba. Estaba tan aliviada de tener sólo una parte de Maria José conmigo.
Ellos llegaron a mi vida para que comenzáramos de nuevo. Tenía que hacerlos feliz por todo lo que habían sido sometidos. Sí, había sido yo la que constantemente sufría, pero y ellos ¿qué pasa con ellos? Tiguer tenía dos años... Él creció con ella y dejarla de repente y haber sido lanzado en una jaula pequeña y oscura con ruidos fuertes y otros perros ladrando, debe haber sido aterrador.
Príncipe fue mi perro, pero él pasó tanto tiempo con Maria José como conmigo, cada vez que yo lo dejaba en su casa. Ella era como una segunda madre para él, a pesar de que sólo había tenido un corto tiempo. Recuerdo que fue tan sólo unos días después de Navidad que Maria José desapareció.
Príncipe había vivido una vida de temor, mordía a cualquier persona que se le acercara o que lo tocara. Tan solo tenía doce semanas de edad cuando Poché lo había conseguido para mí.
Las perreras por lo general daban de baja a los perros que no eran adoptados, pero mucha gente tenía interés en Tiguer. Sin embargo, debido a la unión entre los dos perros, Tiguer había actuado como un hermano mayor y protector que gruñía si la gente trataba de alejarlo de Príncipe.
¿Cómo Ally había logrado sacar a Tiguer?, eso era un secreto, pero yo estaba tan agradecida con ella, si ella no hubiera estado en el lugar correcto y en el momento correcto... no estarían conmigo ahora.
Y no tendría esta pequeña parte de... María José.
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Espero que les haya gustado, el próximo capítulo lo subiré lo antes posible. No se olviden de votar y comentar.
Nos leemos,
-Al.