Me senté y sentí a Maria José bajar de mi inmediatamente, mi papá estaba de pie en la puerta, con los brazos cruzados y con una mirada severa en su rostro.
-Yo eh...- No tenía ni idea de qué decir. Estaba tan avergonzada.
-¿Desde cuándo ustedes dos...?- Se calló, apuntando hacia nosotras.
-Esta noche.- Le contesté con la cabeza baja.- Ella me estaba dando un masaje porque comí demasiado y luego estábamos jugando un poco.
Mi papá entró a la habitación y se sentó al lado opuesto de Poché y yo. Entonces, se limitó sólo a mirarnos. De aquí para allá, de aquí para allá... decir que estábamos incómodas era poco.
-Camila, ¿puedo hablar con Maria José por favor? a solas.- Él me miró y yo la miré a ella. Parecía un poco asustada, pero asintió, así que tímidamente me levanté y caminé de regreso a mi habitación, cerré la puerta detrás de mí.
Estuve allí por lo que pareció una eternidad, estaba acostada en mi cama, con la luz apagada que rodeaba toda mi habitación. Entonces, vi algo de luz a través de mi puerta cuando se abrió luego se cerró antes de escuchar un fuerte estruendo.
-¡Ouch!- Oí a Maria José quejarse y no pude evitar soltar una risita.- ¡Yah! Enciende la luz.- Susurró.
Cuando lo hice, ella se metió en mi cama y bajo las mantas, yo me giré hacia ella.
-¿Qué te dijo?
-Simplemente... cosas.- Respondió ella, haciéndome surcar mis cejas.
-Dime.
-Ya sabes... lo de siempre. 'No dañes a mi hija de nuevo'. 'Yo te acepto pero tienes que mantenerla feliz'... cosas así.- Una sonrisa apareció en su rostro desconocido para mí, envolvió a sus brazos a mi alrededor y me acercó más a ella.
-Oh, lo siento.- Le di una pequeña sonrisa, bastante avergonzada de que mi papá le dijera eso.
-Shush. Yo haría lo mismo si fueras mi hija.- Sonrió y me besó en la mejilla.- ¿Estás mejor tu estómago?
-Sí, tuve esta gran masajista.- Le respondí con una risita.
-¿Oh sí?- Preguntó y exhaló contra mi cuello, justo en mi lugar especial... ella se rió cuando me estremecí.
-Sin embargo, mm... ella es muy engreída... ah... y también le gusta escuchar a la gente decir que ella es caliente.
-Ohhh bien.- Sólo la imaginé rodando los ojos.- ¿Pero ella es caliente?
Me reí, aquí va de nuevo.- Nop, ella no es caliente.- Mantuve un tono recto final, pero después añadí...- Ella es sexy como el infierno.
Su fuerte risa llenó la habitación por completo y me hizo reír junto con ella. Una amplia sonrisa salió de mí de solo ver a Maria José en ese estado. Disfruté de su risa por un tiempo hasta que me devolvió la mirada.
-Linda.- Me guiñó un ojo, molestándome.
-Cállate.- Rodé los ojos y la empujé.
-Bueno, bueno, ¿cuándo es tu día libre bebé?
-Um... es el día después de mañana.- Le contesté.
-Bueno, ¿te gustaría salir en una cita oficial conmigo Daniela Calle?- Sonrió, pero se desvaneció cuando escuchó un sollozo. Ella se inclinó y encendió la luz para ver que yo había empezado a llorar.- Woah ¿que pasa bebé, que está mal?- Preguntó secando mis lágrimas.