Llegó el lunes y mi primera clase era inglés. Estaba de muy mal humor y creo que mi ropa lo reflejaba. Llevaba una sudadera con capucha holgada, pantalones holgados y converse. Este era normalmente mi traje depresión, ahhh y también sin maquillaje... ¿cuál es el punto? No es como si yo estoy tratando de impresionar a nadie solo soy yo...
Entré al salón de clases, corrí a mi silla y recosté la cabeza, solo quería componerme un poco. Mario sabía que algo estaba mal y realidad estaba siendo dulce, movió su silla para sentarse a mi lado y me cogió la mano. Por supuesto que no tenía sentido porque estaba totalmente incómoda de su acción, pero todavía era refrescante verlo actuar como una persona real y no sólo como un consolador humano que podía usar cuando quisiera.
Pronto oí el chasquido de unos tacones fuera del aula, pero no hice caso y seguí con mi cabeza haca abajo. Oí la puerta y allí estaba, en el momento en que vi esos tacones, apreté la mano de Mario mucho más fuerte, él respondió trazando círculos con su pulgar.
-Buenos días.- Dijo Maria José, quiero decir, la Señorita Garzón. Sonaba terrible, como si tuviera un resfriado... mi culpa supongo.- Hoy voy a dejar que vean una película, ¿alguien tiene Netflix?
La mayoría de la clase alzo las manos.
Está bien, discutan entre ustedes qué película ver, deben tener en cuanta que no se permite la pornografía, cuando la elijan hagan una copia en mi ordenador. Y por supuesto asegúrense que sea en Inglés.- Dijo mientras se sentaba en su escritorio y suspiraba.
Sentía unos ojos sobre mí y no me quedaba duda de que eran los de ella. Me moví en mi asiento y luego descansé mi cabeza de lado, sobre la silla para quedar frente a Mario. Él me sonrió, y quito un mechón de pelo que cayó encima de mi ojo y mi nariz. Fruncí el ceño y él reía de mi ternura.
De repente, salte cuando la película empezó y mi corazón latía de manera irregular, un estudiante había puesto el volumen tan alto que asustó a todos. Giré hacia al frente y la vi con la barbilla apoyada en sus manos. Me dedicó una pequeña sonrisa pero yo no se la devolví, solo recosté mi cabeza de nuevo. No quería nada más.
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-Dani, ¿Dani? Nena despierta.
-Déjame manejar esto Mario, vaya a su próxima clase por favor.
Mierda, tengo que salir con él, no me quiero quedar con ella. Salté de mi asiento sin dudarlo y comencé a empacar mis cosas, empujando agresivamente mis libros.
-Daniela detente.- Esa voz, suave y quebrada.- Daniela, por favor.- No digas eso, ¡Por favor!- ¿Podemos hablar?
Giré, y por un segundo vi lágrimas, que desaparecieron con unos cuantos parpadeos. Miré fijamente en esos profundos ojos café verdosos y una vez más me perdí en ellos. ¡¡Estúpida Daniela!! Puso sus manos en mis hombros, y me empujó para que me sentara. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo gracias a su toque.
-Yo... mmm, he traído tus cosas... Dejé el paraguas en la puerta y tengo tu abrigo en mi bolsa.
-Gracias pero , todo lo que quiero ahora es averiguar qué ha sucedido ¿de acuerdo?
-Ten..go una clase.- Perfecto. Mi voz se quebró.
-¡Maldita sea! ¿Podemos hablar en mi salón de clases a la hora del almuerzo, entonces?- Sus ojos suplicaban.- ¿Por favor?
Suspiré y asentí. Sonrió un poco y las ganas de devolverle la sonrisa eran casi insoportables, pero me resistía. Así que me levanté y saqué el abrigo de mi bolsa para doblarlo y dejarlo encima de mi escritorio.