-¡Daniela, entra!- Gritó cuando había bajado la ventana y no le respondí. Rápidamente miré en el horario autobuses -30 minutos no es demasiado, pensé. Di un paso hacia atrás de su coche y la ignoré totalmente.- ¡Daniela! ¡Vas a coger un resfriado, entra!- Lo intentó de nuevo. Me crucé de brazos y me negué a mirarla. Llámenme infantil, pero yo estaba lastimada. Así que de ninguna manera.
De repente oí la puerta de su coche abrirse y ella salió abriendo un paraguas, cerró la puerta y se dirigió hacia mí. Todo lo que quería hacer era marcharme, así que lo hice. Había otra parada de autobús más arriba en la carretera.
La oía llamarme, pero una vez más la ignoraba. ¡Me rompiste el puto corazón!
De un momento a otro, todo lo que sentí fue un hormigueo cuando sentí su mano en mi brazo, me di la vuelta para mirarla y ella estaba empapada por la fuerte lluvia, igual que yo.
-¡Daniela escúchame! ¡Entra en el coche!
-¡No!
Un trueno retumbó a través del cielo y, aunque yo estaba asustada trate de no demostrarlo. Intenté dar un tirón a mi brazo, pero ella lo estaba sosteniendo demasiado fuerte.
-¡Mierda!- Gritó y procedió a arrastrarme hasta su coche, no había caminado tan lejos de todos modos, pero traté de resistirme. No podría estar en ese pequeño espacio con ella ahora mismo.
Abrió la puerta del lado del pasajero y me dijo que entrara. De nuevo, me negué, así que me empujó por la fuerza ignorando mis protestas y luego cerró la puerta hasta que llegó a su lado del coche. Tan pronto como ella se sentó en el asiento del conductor, traté de salir pero ella había asegurado las puertas.
-¡Abre la puerta!- Pedí.
-No.
-Esto es un secuestro.
-No, esto se llama ser responsable... y puedes coger una neumonía Daniela. Mírate, estás empapada.
-Dejame ir.
-No.
Me incliné a su lado, rozando contra ella. Me estaba mareando, me gustaba mucho esta mujer y ella lo estaba haciendo más difícil para mí. Estaba prácticamente sobre ella tratando de abrir su puerta, pero también estaba asegurada.
Yo no podría ir a ninguna parte así que me di por vencida, trate de calmarme al ver la lluvia a través de la ventana que rebotaba duro sobre el suelo cada vez que caía.
Sentí a Maria José moverse, metiendo la mano en el asiento trasero para algo. Yo no iba a ver lo que era.
-Aquí, toma esto.- Me tendió un abrigo grande. Lo miré, me negué y volví a mirar por la ventana.- ¿Qué sucede contigo?- Preguntó, me imaginaba su cara de confusión en este momento, pero bueno.
Por el rabillo del ojo vi como giraba el botón de la calefacción, yo estaba el silencio pero agradecida, dejó caer el abrigo que sostenía en su mano, sobre su regazo, cansada de ofrecérmela durante tanto tiempo.
Suspiró y encendió el auto.
-Si he hecho algo, o dije que te enfadara o te haya molestado lo siento.- Dijo mientras conducía a través de la lluvia. No contesté, pero sentí mis lágrimas amenazando con derramarse después de escuchar el dolor en su voz.- O tal vez es algo que pasó entre tú y Mario o con Pau..... Sabes que puedes hablar conmigo sobre eso, ¿bien?
Sí, sí hiciste algo, y me he enamorado de ti y también me rompiste el corazón. ¿Eso es lo que quieres escuchar? Me estremecí cuando ella puso su mano en mi pierna, de inmediato me sacudí para que la quitara, no me gustaba la forma en la que las chispas me electrocutaban. Quitó su mano de mala gana y la dirigió al volante.
-Así que soy yo... ¿qué puedo hacer para que te sientas cómoda Daniela?- Suspiró.
-Déjame salir.- Repetí.
-Ok.- Ella finalmente se rindió y se detuvo.- Pero sólo si te pones el abrigo y tomas el paraguas ¿de acuerdo?- Asentí.- ¿Sabes dónde estamos?- Asentí de nuevo.- Bueno.- Sonaba derrotada.
Maria José me dio el paraguas y se aseguró de que me colocara el abrigo antes de desbloquear las puertas del coche. Todo lo que podría sentir era su olor corporal en este abrigo y me estaba matando, pero salí, abrí el paraguas y cerré la puerta. No me atrevía a mirar hacia atrás.
Sólo se trataba de ocho minutos a pie hasta mi casa, así que no fue tan malo. Además que era fin de semana y doy gracias al Señor por eso. Una vez que entre en mi casa, inmediatamente me quité el abrigo, lo tiré en la lavadora y la encendí. Coloqué el paraguas detrás de la puerta, listo para le lunes, y me dirigí hacia mi cuarto para tomar una ducha caliente.
Tal vez soy estúpida, pero sentí que soy realmente especial para ella. Pero... bueno... supongo que solo soy una chica obsesionada con el amor, aunque al menos ahora puedo decir que he experimentado la angustia. Además, incluido si ella hubiera sentido lo mismo, nunca funcionaría. Es maestra, ella puede se arrestada si la gente se entera. Quizás esto sea lo mejor.
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Mario se acercó más tarde esa noche e hicimos lo de siempre, tener relaciones sexuales. Mantuve mis ojos en él, nunca los cerré porque si lo hacía sabía que me la imaginaría a ella.
Después de que termináramos, me dio un beso en los labios y se fue. Lo de siempre, probablemente estaba siendo usada para el sexo que extrañamente no me molestó, yo sólo quería sentirme bien por unos segundos, 18 segundos para ser exactos... Conté.
Pau me llamó una y otra vez, pero no le respondí, no quería salir, no quería hablar de eso, yo sólo quería quedarme en casa, en mi cama y dormir.
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Bueno, ya tienen el capítulo 12, espero que les guste, el fin de semana que viene subiré los dos siguientes, voten y comenten.
Nos leemos,
-Al.