Capítulo 41

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41 - Estaremos bien

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41 - Estaremos bien

Me sentía una niña de vuelta. El sol pegaba en mi piel de la misma forma que lo hacía en Rex, y hasta podía oler el aroma de los cultivos cuando llovía.

Estos últimos días con Oliver se pasaban velozmente. Llenos de risas y alegría. Mirábamos películas, pasábamos tiempo en la biblioteca; hasta aprendí a cocinar la famosa hamburguesa de Oli.

Se sentía bien; hacer de cuenta de que mi vida no era lo que era. Olvidarme de mi madre muerta, el precio sobre mi cabeza, el hecho de que no soy humana, el que soy una asesina y el que tengo un padre que me odia. Al menos por unos cortos cinco días.

—¿Maxine?

Oí que llamaban mi nombre a mis espaldas. No hacía falta que me diera vuelta para saber quién era. De todas formas, Oliver susurró: —Es tu padre.

—Hola. — Respondí sin más. Lucia mejor que la última vez que lo vi, pero aún se notaba que no estaba durmiendo bien.

—¿Qué haces aquí? — me preguntó.

Se me escapo una pequeña risa. —¿A qué te refieres? ¿Qué hago aquí, en la Plaza donde todo el mundo está?

Mi padre me devolvió la sonrisa, parecía un tanto avergonzado. —Me refiero aquí en Monde Land. Pensé que habías vuelto a Rex.

—No hay nada para mí en Rex. — la amargura se asentó de golpe en mi lengua.

Los ojos verdes de Patrick cayeron al suelo y su boca se abría y cerraba como si quisiera decir algo.

Oliver rompió con el silencio primero. —Bueno, si eso es todo, señor Wilford...

—No, no. — se apresuró a decir. — Hay algo que quiero decirte, Maxine. Ya que estas aquí.

Levante mis cejas en señal para que siguiera, pero en vez de continuar con lo que quería decir, su mirada aterrizo en mi amigo.

—Claro, yo voy a estar por allí... — Oli señalo algún punto de la plaza y desapareció antes de que yo pudiera rogarle que se quede.

—¿Qué querías decirme? — me cruzo de brazos.

—Kevin y yo hemos estado hablando con los doctores de Ivy... — comenzó y toda mi postura cambio. Sentía que me había desinflado a una persona mucho más pequeña y débil. —Y creemos que ya es hora de dejarla ir...

Mi visión se volvió borrosa. Apenas podía oír la voz de Patrick contándome de que la iban a desconectar, que esto no es lo que ella hubiera querido, y que es una decisión increíblemente dolorosa.

Las lágrimas rodaban por mis mejillas sin parar, y aun así mi visión seguía borrosa. Distinguí la silueta de mi padre alejarse incómodamente de mí. Se sentía como si me hubiera pateado mientras ya estaba en el suelo. Aunque tampoco esperaba que me abrace, ni mucho menos.

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