Capítulo 04

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04 - Otto's

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04 - Otto's

Al día siguiente, me levanté a una casa vacía. Kevin y mi padre habían ido a hacer compras, según la nota que había en mi escritorio, junto con un fajo de dinero. La nota también decía que utilice el dinero para hacer mis propias compras. Así que decidí hacer mi camino hacia el centro.

Pasando la plaza, detrás de un lujoso restaurante, estaba la calle donde se encontraban la mayoría de los negocios; pero no me adentre a ninguno. En su lugar, termine en una cafetería pintoresca y pequeña, en una de las últimas calles. Cuando entro, el aroma a comida y café me hace sonreír instantáneamente.

Me acerco al mostrador y saludo a la cajera. La forma en la que estaba decorado el lugar me hacía acordar a Rex, lo cual me puso de buen humor.

— ¡Hola! Si quieres tomar asiento, un mesero se acercara luego. — me ofrece, a lo que yo asiento y empiezo a buscar por un lugar para sentarme.

Las pocas mesas que había parecían estar todas ocupadas, así que me dirijo más hacia el fondo del lugar y hago contacto visual con el chico sentado en la última cabina.

Si hubiera tenido una taza en las manos, sé que la habría soltado y hecho estampar contra el suelo. Mis pies comienzan a moverse casi por si solos hacia esa dirección. Quería correr lejos de aquí, pero al mismo tiempo quería asegurarme de que de verdad fuera él. El chico rompió el contacto visual en el mismo segundo que me vio, sin embargo yo todavía no he podido despegar mis ojos de él. Cuando llego a su mesa, no lo pienso dos veces y tomo asiento justo en frente suyo.

—Oliver. — digo casi en un susurro, confirmando mis dudas de si de verdad era él o no. Si de verdad era el chico el cual era mi mejor amigo de toda la vida y desapareció mágicamente el año pasado.

—Hola, Max. — responde tranquilamente. Una sonrisa amenaza sus labios, pero de alguna manera su semblante permanece sereno, como si nos hubiéramos visto ayer.

Yo, por otro lado, sé que tengo la cara más ridícula del mundo ahora. Sé que tengo las cejas fruncidas y los puños apretados encima de la mesa. Estaba enojada, y confundida.

Estoy a punto de decir un millón de cosas, pero soy interrumpida.

—Max Wilford...— me saluda el mesero, el cual reconozco como Otto por la etiqueta en su delantal. — ¡Pero cuanto has crecido! No te he visto por aquí desde que tenías esta altura. — señala en el aire una posición cerca de su ombligo. Yo me limito a sonreír, parecía buena gente, pero si soy sincera, no lo recordaba ni un poco. — ¿Qué les traigo?

—Yo quiero un café,

—Que sean dos. — interrumpió el chico que tengo sentado en frente. Otto asiente y se aleja de nosotros.

— ¿Ahora tomas café? Siempre lo odiaste...— dije extrañada. Las palabras dejando un sabor amargo en mi boca, haciéndome preguntar qué otras cosas no sabré de Oliver ahora.

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