20 - Herbolarios y callejones
Cuando nos levantamos con Ivy a la mañana siguiente, nos encontramos con nuestros padres desayunando en silencio.
—Buenos días. — hablo la rizada.
—Buenos días. — respondieron ambos hombres al unísono. Kevin dedicándole una sonrisa dulce a su hija mientras que mi padre ni se molestó en despegar los ojos del teléfono en sus manos.
—Max y yo iremos al centro a comprar unas cosas. —avisó Ivy mientas tomaba una fruta de la extensa cantidad de comida que había en la mesa.
—Está bien. Puedes sacar dinero de mi billetera. — le respondió su padre.
Las miradas se posaron en mí por un breve momento, y fue ante aquel silencio que Patrick se dignó a levantar la vista.
—Uh, ¿tú necesitas dinero? — me miró.
—No.
Odiaba la frialdad de mi padre, era algo a lo que nunca iba a poder acostumbrarme. Me hacía poner de mal humor. Y eso que yo no me considero una persona muy cariñosa, pero había algo acerca de su falta de interés o de cariño que me daba rabia.
Ivy y yo proseguimos a marcharnos del comedor y salimos de la casa. Decidimos que íbamos a ir caminando, ya que a pesar de que aún estaba nublado, no llovía más.
Me dedique el resto de la mañana a seguir a Ivy a todos los negocios que ella se adentraba. Al principio nos metíamos en unos de decoración, pero luego llegó el inevitable desvío hacia las tiendas de ropa.
No entendía el confort que sentía la rizada en comprar ropa. Quizás porque nunca me he acostumbrado a eso.
Mi madre nunca me llevó de compras durante mi adolecencia, toda la ropa que tenía era heredada o compartida con ella. Muchas veces también usaba la ropa de Oliver que el ya no usaba. Supongo que aquel estilo se ha quedado con migo; ropa varonil, vieja, aburrida y usada.
En algún momento del día, en alguna tienda de por ahí, Ivy se encontró con unas amigas y decidieron unirse a la rizada en su travesía de buscar vestidos y zapatos nuevos, así que yo tomé eso como mi signo de retirada.
Me despedí de Ivy y sus amigas y emprendí mi propio rumbo. Al principio intenté quedarme en la calle en la que ya estaba, donde se encontraban la mayoría de las tiendas de ropa, pero lo encontré extremadamente aburrido.
Mis pies me llevaron inconscientemente a las calles más alejadas del centro, donde los negocios ya no eran tan populares, las calles eran más angostas y más oscuras, donde casi que no circulaba la gente.
Los negocios de esta zona parecían estar cerrados debido a la poca iluminación; hasta pensaría que están abandonados si no fueran por los carteles en las puertas que indicaban lo contrario.
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Beyond The Ruins
Fantasi"No one expected an angel to set the world on fire" - La ciudad de Monde Land era mas famosa por tres cosas: la primera era que el 80% de su población consistía en viejos empresarios con dinero de sobra en busca de una casa vacacional en las bellas...