Al fin el ansiado viernes llegó, aunque la verdad, ya no importa, no tengo empleo. Con mis amigos iremos a un bar a reventarnos los pies como no pudimos hacer el día de mi cumple por culpa de mi odiado ex jefe. Annalisa también irá, le hace falta despejar y salir de la maldita depresión que se carga por culpa del imbécil de su marido.
—¡Tú me quieres tener toda la noche espantando moscas! —exclama mi amigo al ver mi vestimenta. La verdad es que me arreglé de infarto. Venga, que en el cumpleaños uno tira la casa por la ventana, aunque yo más bien tiré mi closet encima de la cama y luego todo de nuevo al closet. Mañana cuando lo abra, todo caerá sobre mí. Ser desordenada, es mi pasión.
Chiara, Carina, Luciano y yo nos montamos en el auto del machote, pues esta noche tiene prohibido beber. Es el responsable de traernos sanas y salvas a mi departamento. Pasaremos la noche aquí. Le doy la dirección del modesto hotel donde Annalisa se está quedando y llegamos en un santiamén. Cuando pido el número de habitación, la recepcionista amablemente me dice que no se encuentra.
Intento llamarla después de que la mujer me mire contrariada ante mi cara de asombro. El teléfono suena y suena, pero no contesta. Cuando voy a marcar de nuevo, la veo entrando por la puerta del hotel con su rostro triste, tiene rastros de lágrimas y camina despacio.
—Annalisa, ¿qué te sucedió? —interrogo acercándome a ella. En cuanto me ve, se echa a llorar nuevamente. Joder, ¿qué habrá pasado ahora? Su vida últimamente es un caos total y los problemas aparecen solos.
—Pensé que lo peor que me podía pasar en estos momentos es que me declaren culpable, pero ahora, definitivamente, si hay algo peor. —No entiendo nada de lo que dice. Parece hablar en clave—. Estoy embarazada y tengo riesgo de perderlo. —Un balde de agua fría ahora no me hace ni brincar. No reacciono. No me muevo. ¿Qué le voy a decir? La verdad que a la pobre le ha caído todo encima, una cosa tras otra.
—Tranquila, estarás bien. Yo estaré para apoyarte —le recuerdo—. No estás sola, Anna. Más que tu abogada, quiero ser tu amiga. Tú y tu bebé estarán bien. —No sé si intentar darle ánimos esté funcionando, pero es lo único que me sale ahorita.
Entiendo cómo se siente, perdida, desamparada y sola. Conozco ese sentimiento, viví lo mismo cuando mis padres murieron, pero tal y como yo lo hice, sé que Annalisa saldrá adelante. Es una mujer fuerte y ahora lo será más aún por esa criatura que tiene en su vientre. No estará sola, me tendrá a mí como apoyo.
—Gracias —agradece.
—Bueno, pues mi cumpleaños se pospone. Ahora, vamos a cuidar de ti y ese pequeño —afirmo. Este año, definitivamente, no me toca festejar, ni modo.
—Nada de eso. Sé que el día que fue, no pudiste festejar. Nos vamos a la disco, solo que yo me quedo sentadita en el vip.
—¿No tienes que hacer reposo? —pregunto.
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Defendiendo la Verdad
ChickLitDos abogados un matrimonio roto Una empresa envuelta en un desfalco donde no se sabe quien es el culpable. En esta historia te aseguro mucha intriga entre el caso y descubrir quien es el verdadero culpable. Dame la oportunidad y no te arrepentirás.