La noche se cierne en un gran silencio mientras la luna continúa iluminando mi mesa de trabajo. Luciano no me ha llamado todavía, lo cual es preocupante porque parece que la tarea está siendo más difícil de lo que pude imaginar.
Releo los documentos en busca de algún dato que haya pasado por alto, pero no encuentro nada que me pueda servir. Suspiro derrotada, cerrando todo. Observo el reloj y marca media noche y mañana debo trabajar temprano. Mi teléfono comienza a vibrar en medio del reguero de papeles y veo que es Luciano.
—Nena, disculpa que llame tan tarde, la verdad es que tu encargo me ha dado un dolor de cabeza descomunal. —Me encojo de hombros.
—Lo siento, cielo. —Es todo lo que puedo decir.
—Te tengo información. Mis conocimientos informáticos no lograron encontrar lo que estabas buscando así que tuve que pedir ayuda. —Se me atasca la respiración.
—Luciano, si no podías hacerlo me lo hubieras dicho. Es peligroso que otras personas sepan lo que estoy haciendo. Me pueden perjudicar. —La línea se queda en silencio por algunos segundos.
—No vas a tener problemas —me asegura, pero la inquietud no me abandona.
—Entonces, ¿qué encontraron? —inquiero. Ya que hizo todo sin consultarme, espero que haya valido la pena la metedura de pata.
—El dinero ya no está en la cuenta de Anna. Todo fue transferido a una cuenta en Alemania a nombre de Lorenzo Ferri. —Joder, este tipo no se anda por las ramas. Fuera del país es más difícil encontrar pruebas.
Voy a tener que hablar con la fiscal del caso. Ella tiene más alcance que yo para investigar. Al final de cuentas, ambas buscamos lo mismo: el culpable de todo esto. Siento que tenemos al sujeto más cerca de lo que pensamos, puede ser cualquiera de mis sospechosos. Tengo que empezar a vigilarlos. Como bien dice Anna: alguno tiene que dar un paso en falso.
Me despido de Luciano luego de convencerlo de que todo está bien a pesar de todo. Traté de disimular mi preocupación restándole importancia al asunto, espero que esto no me salga caro.
A la mañana siguiente, despierto gracias a Anna, la maldita alarma no sonó. Anna se carcajea de las vueltas que doy para no llegar tarde. Soy un pequeño desastre en la mañana. Verla sonreír con mis estupideces me alegra. Eso es lo que ella necesita.
—¿Hay alguna posibilidad de que Dante esté metido en algo de esto? —suelto en medio del silencio que reina mientras tomamos el desayuno. Anna deja la cucharada de cereal a medio camino para mirarme con los ojos como platos.
—¿Dante? ¿Es en serio, Antonella?
—Sé que le tienes mucho cariño, pero tengo que ser objetiva. La empresa de tu marido está ligada a Arrazi d'oro. Hay transferencias de dudosa procedencia de la cuenta de la empresa hecha por tu marido a Dante. Es una suma más que considerable —explico la situación y ella se queda en silencio. Su mirada se pierde...
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Defendiendo la Verdad
ChickLitDos abogados un matrimonio roto Una empresa envuelta en un desfalco donde no se sabe quien es el culpable. En esta historia te aseguro mucha intriga entre el caso y descubrir quien es el verdadero culpable. Dame la oportunidad y no te arrepentirás.