Capítulo 13: Caos 🧑‍⚖

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Ha pasado una semana desde el accidente de Anna a causa de Donato, el cual, parece un alma en pena

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Ha pasado una semana desde el accidente de Anna a causa de Donato, el cual, parece un alma en pena. Anna no quiso verlo cuando despertó en el hospital y me pidió que le dijera que por favor, la dejará llevar su embarazo en paz. Dante sí logró hablar con ella y disculparse. Fuimos nosotros quienes la regresamos a donde vive.

Mis investigaciones van lentas, Alonzo aún no me da resultados de la búsqueda que le ordené, voy a tener que ponerle presión al asunto, esto no es cuando él quiera hacerlo.

Estoy en la tienda de Chiara trabajando, ya había que empezar a montar todo el lugar para la inauguración. Hace tres días que comenzamos a prepararlo todo. El primer día, Carina se nos unió para ayudar y darnos ánimo para trabajar, ella y su entusiasmo para todo.

Hoy es viernes y junto a todas las chicas que trabajaremos en la tienda, habíamos acordado ir a tomar unos tragos al bar que tenemos a unas cuantas calles. Aquí, mientras bebía mi margarita, suena mi teléfono con el tono especial que le puse a Anna y presiento que algo muy malo ha sucedido.

—¿Qué sucede, Anna?

—Antonella, por favor ven rápido. Tengo mi puerta llena de periodistas haciéndome preguntas sobre el desfalco. Estoy muy nerviosa, no dejan de gritar.

—Cariño, tranquila, piensa en tu hijo y que por él debes calmarte. Salgo para allá.

Me despido de todos sin mencionar el porqué de mi salida tan apresurada. Me demoro más de lo normal en el camino porque a esta hora, las personas comienzan a salir de sus puestos de trabajo para llegar a casa, pero finalmente llego en una media hora. Al llegar, observo el panorama horrorizada. Nunca había visto tantos periodistas en mi vida. Tomo aire mientras me dirijo a ellos para lograr llegar a Anna.

¿Es usted Antonella Marchetti, la abogada de la señora Milano?

¿Está convencida de la inocencia de su representada?

¿Cree que tiene oportunidad de competir contra un abogado como Martín Lefevre?

Muchas preguntas como esas son las que me reciben en cuanto me acerco. Parecen que han hecho la tarea, saben hasta mi nombre, es increíble cómo los periodistas interfieren en la vida de las personas.

Trato de evadir todas las preguntas anteriores y las que hacen acerca del proceso, pero son realmente molestos y no me permiten entrar al establecimiento hasta que siento que alguien me abraza de forma protectora.

Señor Lefevre, ¿cómo va el proceso contra la señora Milano? Es entonces cuando me doy cuenta que es Martín quien ha llegado para sacarme de este nido en el que me he metido.

Logramos entrar al lugar y rápidamente me suelto de su agarre y miro como con ayuda del conserje, cierra las puertas para evitar que los periodistas sigan adelante.

—Gracias. No sé lidiar con este tipo de situaciones. —No me gusta admitir que hay cosas que se van de mi control, pero tengo que ser sincera.

—No te preocupes. No hay nada que agradecer. Hay la misma cantidad o incluso más periodistas en casa de Donato. No sé cómo se han enterado de lo que sucede con la empresa. —¿Debería de creerle?—. ¿Estás dudando de mí, Antonella? —Su pregunta me deja desconcertada. A él jamás le ha importado lo que yo pueda creer o lo que no.

—¡Antonella! —escucho como Anna grita a mi espalda. Al voltearme, me abraza y siento cómo se relaja—. Menos mal que llegaste. No supe qué hacer.

—De no ser por Martín, aún estaría entre todos ellos. —Ella repara en él.

—¿Has sido tú quien ha filtrado todo? —le pregunta directamente al mismo tiempo que le reclama.

—Anna, sé que he metido mucho la pata con todo lo referente al caso, pero esta vez, no he sido yo —asegura y no sé por qué, pero le creo—. Odio a la prensa. Siempre metiéndose donde no los llaman solo para mantener sus revistas y periódicos en alza sin importar a quién le hagan daño. —Mi cabeza recepciona esa información.

—¿Quién pudo haberlo hecho? —cuestiono.

—Los únicos que conocemos el caso somos los involucrados directamente con él. Estoy empezando a creer que sencillamente hay alguien a las sombras interponiéndose para dar con la verdad y nos está mandando estas señales para que tengamos en cuenta que es una persona capaz de todo. —El razonamiento de Martín es muy certero. Lo bueno es que ya comienza a creer en la inocencia de Anna. Menos mal.

—Sácame de aquí, Martín —pide Anna, sorprendiéndome. Sin embargo, la entiendo, yo no supe lidiar con ellos sola, no podría hacerlo para sacar a Anna sin que corriera peligro. La persona idónea para esto es Martín.

Él se aleja de nosotros y comienza a realizar llamadas y a dar órdenes por doquier. Parece saber manejarse bien en estos temas. Me pregunto cuántas veces tuvo que lidiar con algo como esto. Regresa a nosotras luego de colgar.

—Perfecto. Enseguida estarán los hombres de seguridad de Donato. Lo más seguro es que te quedes allá, Annalisa —Las dos abrimos los ojos.

—No pienso vivir bajo el mismo techo que él —asegura Anna.

—Se quedará en mi casa —digo llamando la atención de los dos—. Si ellos llegan a mi casa tomaremos las medidas que sean necesarias para la seguridad de Anna. Ella no quiere ver a su marido y no la obligarás. Ella necesita estar tranquila.

—Entonces está hecho —susurra Anna aliviada.

—De acuerdo. Le diré a Donato que mandé seguridad para tu casa, Antonella.

—De acuerdo. —Es todo lo que se me ocurre responder viendo que no está poniendo trabas en nada.

El teléfono de Martín suena para indicar que la entrada está limpia de periodistas cuando hemos recogido parte de las cosas más importantes de Anna, el resto, lo recogería el personal para mandarlo en un taxi a mi apartamento.

La seguridad que envió Donato se encarga de llevar el equipaje de Anna en mi auto mientras ellos nos siguen en el auto de Martín. Yo guío el camino hacia mi departamento. Al estacionarse, subimos a mi departamento y dejo a Martín en la sala mientras llevo a Anna adentro. Cuando salgo, lo veo concentrado analizando todos mis apuntes sobre el caso que están en la pared de mi sala.

 Cuando salgo, lo veo concentrado analizando todos mis apuntes sobre el caso que están en la pared de mi sala

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¿Creen que ahora Martín sea más persona que imbécil?

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