Estamos todos en mi departamento, ninguno ha querido marcharse por más que les digo que ya me encuentro mejor. Incluso Martín se ha quedado. Está apartado del resto, mirando la ciudad a través de mi ventanal, nadie parece notarlo, solo yo.
—No entiendo porque este hombre sigue aquí. —Luciano rompe el silencio del lugar y Martín se gira para encararlo en cuestión de segundos.
—Annalisa me llamó. Estoy aquí por lo mismo que tú. —Hace una pausa—. Ayudar a Antonella.
—¿Cómo se supone que vas ayudarla si solo te has dedicado a molestarla? —me defiende mi amigo.
—Tienes razón —responde a la vez que me mira—. Me equivoqué con ella. —Su mirada parece que me pide disculpas en silencio. Supongo que decirlo en voz alta es algo muy difícil para un hombre como él.
—Cariño, recuerdas a Katia —comenta Carina que se ha mantenido en silencio durante un largo rato.
—Sí. —La luz se enciende en mi cabeza. La idea de Carina es brillante.
Katia es una compañera que tuve de habitación. El último año de carrera se trasladó hacia otra universidad del estado. Es una luchadora, vivió toda su vida en casas de acogida porque fue abandonada al nacer. Se esforzó por una beca en periodismo y hoy en día tiene una revista que no es todo lo reconocida que debería de ser porque a diferencia de los demás, Katia es una profesional que respeta la vida privada.
—¿Quién es Katia? —preguntan Luciano y Martín al mismo tiempo.
—En este momento, mi salvadora —respondo para luego tomar mi teléfono y llamarla.
Escuchar que le ha ido bien durante estos tres años que no nos vemos, me ha dado mucha alegría, ella se merece todo el éxito del mundo. Al principio no supe cómo decirle el verdadero motivo de mi llamada. No hizo falta, el escándalo en el que estoy envuelta llegó a todas las revistas. La suya no sacó copias de eso. Aceptó enseguida cuando le propuse que me hiciera una entrevista para dar respuesta a todo lo que estaban diciendo de mí. Ella aceptó enseguida y me prometió que mañana estaría aquí en mi casa con su equipo de trabajo.
—Y bien, ¿qué te dijo? —Carina es la primera en preguntar.
—Estará aquí mañana para entrevistarme.
—Destrozalos, nena —me anima Chiara, guiñándome el ojo.
—Gracias, mis niñas. De no ser por ustedes, estaría vagando como alma en pena.
—Nada de eso, hermosa. —Niega Chiara—. Tú eres una guerrera, solo que ellos no se han dado cuenta aún de la gran mujer que eres. —Nos abrazamos las tres.
—Cuídate de este, gatita. —Señala a Martín con la mirada—. La verdad, me cae muy mal. —Mi amigo sin sutileza alguna lo ha dicho tan alto que Martín lo ha escuchado, y más allá de ofenderse, le ha dado risa.
ESTÁS LEYENDO
Defendiendo la Verdad
ChickLitDos abogados un matrimonio roto Una empresa envuelta en un desfalco donde no se sabe quien es el culpable. En esta historia te aseguro mucha intriga entre el caso y descubrir quien es el verdadero culpable. Dame la oportunidad y no te arrepentirás.