Obtener mi título universitario como abogada ha sido mi mayor logro en los últimos 4 años. Fue difícil llegar hasta aquí cuando estoy sola luego de la muerte de mis padres, quiero que desde el cielo, ellos se sientan orgullosos de mis logros. Lo logré, me construí un futuro y me siento orgullosa de ello, aunque a veces, ser tan despistada y distraída me ha jugado malas pasadas.
Despierto sintiendo el maldito sonido del celular al ritmo de Side to Side de Ariana Grande. Coloco la almohada sobre mi cabeza, es mi maldito cumpleaños, hoy es mi día de descanso para celebrar con mis amigas...
—¿Diga? ¿Quién es? —murmuro tratando de mantener la compostura ante la persona que me ha despertado en mi día sagrado.
—Señorita Marchetti —dice una voz ronca tras la línea del teléfono que reconozco como mi jefe. Automáticamente me levanto de la cama y con el apuro porque mi jefe me está llamando a las siete de la mañana, no me doy cuenta que piso la colcha en el suelo y doy un resbalón nivel Dios que termina conmigo en el suelo, soltando el celular. El suelo y yo tenemos una relación especial—, señorita, ¿se encuentra bien? —Escucho la voz de mi jefe desde el altavoz que no sé cuándo se activó. Me levanto rápidamente y un dolor en el pie me hace chillar.
—Aquí estoy, señor. He tenido un pequeño accidente. Estoy bien, no se preocupe —le explico mientras froto mi mano en mi tobillo lastimado, duele como la mierda.
—Ante todo quiero expresarle mis disculpas por pedirle esto, sé que hoy es su cumpleaños y me pidió el día, pero la necesito en la oficina —dice el pobre hombre con pena y yo bufo sin que me escuche. Se me jodió el cumpleaños, eso es todo lo que sé.
—No se preocupe, allí estaré —afirmo con pesar—. Eso sí, el viernes quiero tomarme el día libre para festejar mi cumpleaños. Por favor, señor —ruego cruzando mis dedos con la mano para que diga que sí.
—Así será, Antonella.
—¡Sí! —chillo al teléfono, tirándome sobre la cama—. Perdón por la efusividad, señor —susurro en voz baja con vergüenza ante mis gritos—. Estaré allí pronto. —Mi jefe cuelga tras escucharme.
A la velocidad de la luz me doy un baño y me visto con un bonito vestido azul claro y unos tacones bajos para que no me molesten cuando tenga que andar de un lado para otro en el bufete. Venga, hoy es mi cumpleaños y, aunque vaya a trabajar puedo estar un poco más arreglada que de costumbre.
Llego a la oficina en tiempo récord. Gracias al cielo no había mucho tráfico por las calles de Milán y logré llegar a tiempo para encontrarme la oficina de mi jefe revuelta con papeles por doquier.
—Señor Santoro, ¿qué pasó aquí? ¿Un huracán? —pregunto al ver el desastre de papeles. Massimo Santoro; mi jefe, se caracteriza por ser un abogado respetado y ordenado, no entiendo qué sucede.
—Por esto te pedí que vinieras. Han adelantado el caso de Franco Rinaldi para mañana en la mañana y mi maldito teléfono se estropeó anoche y vi la notificación hoy en el correo. Mi adorada esposa destruyó los documentos en un arranque de ira ayer y necesito las copias que había aquí en la oficina, pero no las encuentro. Tú debes de saber dónde están, por favor, búscalos y te pido que seas rápida y recojas todo.
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Defendiendo la Verdad
ChickLitDos abogados un matrimonio roto Una empresa envuelta en un desfalco donde no se sabe quien es el culpable. En esta historia te aseguro mucha intriga entre el caso y descubrir quien es el verdadero culpable. Dame la oportunidad y no te arrepentirás.