El agua caliente relaja los músculos tensionados por todas las cosas que están sucediendo. Sin embargo, el agua no hace el mismo trabajo en mi mente. Tengo un dolor de cabeza terrible y no sé si es a causa del alcohol o la amenaza o el hecho de pasar la noche bajo el mismo techo y en la misma cama que el hombre que quiero sacar de mi sistema. Está visto que no es posible, mientras más me empeño en alejarlo, más las circunstancias me acercan a él.
El hecho de mudarme con él me tiene sumamente nerviosa. Sé que es por mi protección, pero resulta una tentación tenerlo todo el día aquí cuando lo que deseo es estar con él. Malditas ganas.
Cierro el grifo de la ducha y agarro la toalla para secarme mientras los nervios empiezan a florecer dentro de mí. Vamos a dormir juntos y eso no es algo que me haya permitido hacer. Con mis compañeros, todo era tan vacío que no sé cómo pude vivir sin problema con ese tipo de relación.
No estabas enamorada, bonita.
Mi cabeza como siempre jugándome malas pasadas diciéndome en silencio lo que yo no me animo admitir en voz alta. ¿Por qué me resulta tan jodidamente complicado? No tengo idea.
Agarro el conjunto deportivo de pantalón y pulóver que Martín me prestó para dormir más cómoda y me lo llevo a la nariz, impregnándome de su olor. Me considero adicta a los perfumes de hombres. Son sexys, varoniles y derriten a cualquier mujer, o por lo menos a mí.
Pongo mi ropa a lavar con todo y ropa interior para poder ponérmela en la mañana. Espero que Martín no note que debajo de su ropa, no traigo nada. El pulóver es lo suficientemente ancho como para notarlo. Tomo entre mis manos el picaporte y abro la puerta.
Al salir, el panorama parece el de las novelas virtuales donde la chica está nerviosa por haber acabado en casa del chico que le gusta y lo ve en la cama, sin camisa y todo comestible. ¿Cómo se le ocurre quitarse la camisa sabiendo que estoy aquí?
Quiere provocarte.
¿Será? Si ese es el objetivo lo está logrando. Ese tatuaje que tiene que va desde su hombre cubriendo parte de su brazo y el pecho le da un aire de chico malote, o bueno, le da un aire no, porque puede ser un cabrón cuando quiere, aunque debo darle créditos de que está intentando cambiar eso.
—¿Te quedarás ahí parada? —me dice sin apartar la vista del libro que, al parecer, no leía.
—¿No estabas leyendo?
—La verdad no. Agarré el libro intentando distraerme y no logré mi objetivo.
—¿Distraerte de qué?
—De saber que en mi baño se estaba duchando la mujer que me gusta y que encima, usará mi ropa. —Un pequeño jadeo escapa de mi boca. Este hombre tiene que dejar de ser tan explícito. No se guarda nada.
—Y tú deberías tener en cuenta que estoy aquí y vestirte adecuadamente.
—Culpable —dice levantando la mano, lo cual me hace reír—. En mi defensa puedo alegar que tengo mucho calor como para dormir completamente vestido. Deberías dar las gracias que esté usando el pantalón.
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Defendiendo la Verdad
ChickLitDos abogados un matrimonio roto Una empresa envuelta en un desfalco donde no se sabe quien es el culpable. En esta historia te aseguro mucha intriga entre el caso y descubrir quien es el verdadero culpable. Dame la oportunidad y no te arrepentirás.