En los dos días que quedaban antes de viajar el simposio me dediqué a organizarlo todo. Martín aseguró que no debía preocuparme por ningún gasto. Son actividades muy bien planificadas donde solo invitan a grandes profesionales. Estaría rodeada de personas importantes. Me siento emocionada.
—¿Me puedes explicar cómo es que te vas con energúmeno uno a un simposio? —pregunta Carina. Se enteró por Chiara, tuve la necesidad de pedirle esos días. Solo faltaría el sábado y el domingo. El viernes no me tocaba trabajar.
—Hemos llegado a una especie de acuerdo —admito con timidez. Carina me mira boquiabierta mientras Chiara sonríe.
—Tienes mucho que contarme —alega en su defensa—. Hasta dónde estaba enterada, Lefevre es tu enemigo número uno así que cuenta qué pasó después de eso.
Comienzo a relatarle todo desde que me estaban siguiendo, omitiendo esa parte, por supuesto, no quiero preocuparlas. Después ocurrió lo de la nota que todos se enteraron, por lo que ella sí lo sabía, estuvo ahí. Al recordar ese hecho ya entiende todo un poco mejor. Fue allí cuando su cambio fue más notorio para todos.
—¿Confías en él? —Esa fue su pregunta tras acabar y no tengo idea de qué responderle.
—No por completo, pero diría que bastante. Se ha ganado puntos con alguna que otra cosa —admito con sinceridad.
—Yo confío en tu buen juicio. Siempre has sido una mujer cautelosa. Sé que debes de haber pensado mucho tu decisión. En cuanto al simposio, disfrútalo y nútrete de todo lo que puedas.
—Eso haré.
Habíamos llegado a Roma después de algunas horas de viaje. Un auto nos esperaba para llevarnos al hotel donde se llevarían a cabo las conferencias. Durante el viaje, Martín me habló del itinerario del simposio. Serían tres conferencias:
La primera sobre asesoramiento jurídico para reducir las manifestaciones de corrupción, ilegalidades y hechos delictivos.
La segunda, el sistema de protección a testigos.
El tercero; la criminalidad de los grandes grupos delictivos italianos.
Todos los temas resultaban interesantes, sería una gran experiencia para mí.
En la entrada del hotel esperábamos por las tarjetas de nuestra habitación cuando el teléfono de Martín suena. Observo como cuando ve la pantalla se aleja de mí para responder. ¿Qué oculta? Venga, Antonella, no seas mal pensada, a lo mejor es un tema personal.
Justo cuando ya la recepción estaba desolada, Martín llega para tomar las tarjetas, puesto que la reservación está a su nombre. El botones se adelanta al ascensor con nuestro equipaje. Nosotros le seguimos unos minutos después. Estamos en el mismo piso del hotel.
—Quisiera preguntarte algo. —Rompo el silencio que se ha formado en cuento las puertas del ascensor se cerraron.
—Adelante. —Voltea a mirarme.
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Defendiendo la Verdad
ChickLitDos abogados un matrimonio roto Una empresa envuelta en un desfalco donde no se sabe quien es el culpable. En esta historia te aseguro mucha intriga entre el caso y descubrir quien es el verdadero culpable. Dame la oportunidad y no te arrepentirás.