Capítulo 44: El tan esperado juicio

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Finalmente, aquí estamos

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Finalmente, aquí estamos. Este día creí que no llegaría y menos aún que tendría las armas necesarias para saber que el triunfo está entre mis manos.

Observo a todos los presentes en la sala. En la parte del público, se encuentran un gran número de trabajadores de Arrazi d'oro donde solo reconozco a unos cuantos. También veo a Dante que mira a Anna tratando de transmitir positividad. El único inconveniente aquí fue el cambio de fiscal. La fiscal que tanto me apoyó no pudo comparecer por eventos personales complicados según fui informada, solo espero que ella haya podido explicarle todo al nuevo fiscal.

—Buenos días a todos. —La voz de la juez inunda todo el gran salón después de que los documentos estén frente a él y le haya dicho a la secretaria que debe de anotar absolutamente todo lo que se hable en el juicio, seguidamente, vestida de negro, se encuentra el fiscal del caso—. Damos por iniciado el juicio en contra la acusada Annalisa Ferri de Milano por los delitos de malversación de fondos a la empresa Arrazi d' oro. ¿Cómo se declara la acusada, inocente o culpable de los cargos que se le imputan? —pregunta la juez, mirando a Anna.

—Inocente, su señoría —responde con seguridad. Eso es importante y veo que lo está logrando con esfuerzo porque sé que por dentro está sumamente nerviosa.

—Muy bien. Doy paso a las pruebas de la fiscalía a favor de Donato Milano, actual dueño de la empresa afectada por el desfalco —ordena la juez y automáticamente, el fiscal, se pone de pie con una serie de documentos en su mano.

—Su señoría, la víctima de este caso, el señor Milano y la acusada, son socios en la empresa —comunica el hombre a la juez—. Ella se encarga precisamente de la parte contable de la empresa. Muy conveniente, ¿no cree?

—Protesto —digo levantándome de la mesa—. El fiscal no debe hacer concesiones solo por ese motivo. Está incitando a los miembros del jurado a pensar que solo por eso, mi clienta es culpable.

—Aceptada —dice la juez—. Fiscal, cuide sus palabras. Sin pruebas, no hay nada dicho hasta este minuto. —Por dentro de mí, sonrío.

—Muy bien, su señoría. ¿El señor Milano tiene algo que añadir? —pregunta el fiscal.

—No, señor fiscal.

—El señor Donato, se dio cuenta de los faltantes de fondos en estados de cuentas firmados por la acusada, el cual, no estaba justificado, si no, más bien, intentó disfrazarlo —dice el hombre con el documento en mano, mostrándoselo a todos para luego ponerlos frente a la jueza que se coloca sus espejuelos para leer. Además, figura una cuenta a nombre de la acusada donde fue puesto el dinero malversado para luego ser movido hacia otra cuenta. —Annalisa se queda sin respiración, coloco mi mano sobre la suya por encima de la mesa—. Eso es todo, su señoría.

—Muchas gracias, señor fiscal. Le doy la palabra a la abogada de la acusada, la licenciada Antonella Marchetti. —Tomo una respiración profunda y me levanto de mi lugar con mis documentos.

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