Permanecemos abrazados un largo rato. La felicidad que siento dentro es más que maravillosa. Sin querer ser pretenciosa, huelo la victoria en el juicio. Ya con esto tengo más que suficiente.
—Felicidades, hermosa. Lo hiciste.
—Tú me ayudaste. Tienes tu mérito también. Lo hicimos juntos.
—Sí, yo te ayudé, pero el lugar donde estaba todo, lo hallaste tú.
—No voy a entregar esto. —Señalo los papeles sobre la cama. Martín me mira extrañado y sorprendiendo.
—¿Cuál es el plan? —Me emociona mucho saber que me apoya en mis decisiones. Me fascina que sea así.
—¿No vas a decirme que es mala idea? —lo pincho.
—Sé que tus decisiones tienen una razón. Sé que esa cabecita tuya debe de tener muy buenas razones y buen plan.
Recogemos todo lo que encontramos además de los papeles más importantes. Las fotos las metemos en el mismo folder que estaba detrás del cuadro. Organizamos todo tal cual estaba cuando llegamos para evitar levantar sospechas y salimos de allí como mismo entramos, sin ser vistos y sin problemas de ningún tipo.
De camino al apartamento de Martín pienso en todo lo que haré. He subestimado la inteligencia de Lorenzo Ferri más de una vez, no volveré a cometer el mismo error. Esta vez no se me puede escapar. Tengo que atraparlo desprevenido para que no tenga como hacerlo.
—Cariño, deja de pensar. Ya todo está solucionado —me afirma.
—No tanto así, Martín. Ese hombre se ha burlado de nosotros en más de una ocasión. Nos ha manipulado haciendo que giremos sobre el mismo eje sin conseguir nada. Esta vez seré yo quien lo manipule sin que se dé cuenta. —Cuando termino, Martín mete un frenazo descomunal.
—Joder —dice mirándome—. Nunca me había excitado unas palabras tan simples.
—Eres un perverso provocador —le digo en un jadeo.
—Ya verás lo que este perverso provocador te hará al llegar a casa.
—Promesas —me burlo de él y arranca el auto nuevamente.
Llegamos a su edificio después de media hora de camino. Como es bien tarde, fue más rápido. De haber sido de día, ni en hora y media habríamos llegado. Martín entra al estacionamiento y bajamos.
—Si no fuera porque hay cámaras de seguridad por todos lados, te follaría sobre el capó del auto. —Este hombre tiene que dejar de decirme esas cosas.
—Espero que lo hagas sobre la cama ya que sobre el capó no podemos. Un día de estos paguemos para que las apaguen y encantada te abro las piernas.
—Es tan perversa como yo, abogada Marchetti.
—Estamos para complacer, abogado Lefevre.
Una maravillosa noche había terminado para dar paso a los próximos días que serían buenos, pero a la vez, complicados. No puedo negar, que me siento más tranquila y confiada desde anoche, pero tengo que ser muy meticulosa en mis movimientos para no alertarlo. Desde que desperté hace una hora, no he parado de pensar en cómo lo haré.
ESTÁS LEYENDO
Defendiendo la Verdad
Chick-LitDos abogados un matrimonio roto Una empresa envuelta en un desfalco donde no se sabe quien es el culpable. En esta historia te aseguro mucha intriga entre el caso y descubrir quien es el verdadero culpable. Dame la oportunidad y no te arrepentirás.