4. Respirar Sal

168 34 74
                                    

Mi día comienza con la fastidiosa melodía de la alarma sonando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi día comienza con la fastidiosa melodía de la alarma sonando. Por suerte siempre he sido la clase de persona que se levanta con una sola alarma. Apago la alarma y miro los mensajes de mi celular. Nada. El dolor todavía se sentía en mi pecho.

Hago mi rutina de mañana: mi  skincare, bañarme, armar mi mochila y ponerme el aburrido uniforme azul y gris. Bajo las escaleras para desayunar, y me encuentro con el desayuno preparado.

—Buenos días.— digo con una sonrisa mientras me acerco a la mesa para tomar mi chocolate caliente con unas tostadas con queso.

—Buenos días, Beth. Hoy entro un poco más tarde al trabajo, así que tuve tiempo de preparar el desayuno. — me pareció un gesto tierno de su parte. Desayunamos en silencio con el sonido del noticiero reproduciéndose. 

Una vez que termino me dirijo al tren subterráneo, en media hora llego a la escuela, y otra vez me encuentro a las mismas personas de ayer. Las chicas parloteando y el chico de cabello castaño claro leyendo el mismo libro que la vez pasada, el cual no recordaba su nombre. Dejo mi mochila en mi asiento y decido tomar la palabra.

—Buenos días, lo siento, no recuerdo tú nombre, ¿Cómo te llamabas?— Mi sonrisa tenía algo de culpa. El chico se para de su asiento y acomoda sus lentes de marco negro, no era tan alto. — Antoire D'angelo, tampoco recuerdo tú nombre.

— Beth Dumont.— supongo que estábamos a mano, se veía una persona que vivía bastante en su mundo. —¿Qué lees?— La curiosidad siempre me rodeaba, y a veces podía matarme.

—Un libro de poemas que me recomendó un amigo, no soy fanático de la poesía, pero este libro logra realmente atraparme.—se veía muy tierno, con una cálida sonrisa.

—A mi me gusta leer, sobre todo dramas y romances.

—Sí, lo entiendo, me gustan los romances, pero realistas. Ya sabes, nada cliché.

—¡Buenos días!— Charlotte apareció detrás de mi espalda haciéndome dar un pequeño salto en mi lugar. — tranquila niña, soy yo, la justiciera, ¿Cansu ya llegó?

—Todavía no.—dijo Antoire mientras acomodaba el marco de sus lentes.

—¿Y Mirko y Alex?— ese nombre hacía que quisiera huir del salón.

—Tampoco, sabes que siempre llegan tarde.

—Son tan fastidiosos, ¿Acaso no piensan llegar una vez temprano?— la morena soltó un bufido de molestia mientras se sentaba en un banco con las piernas y brazos cruzados.

—¡Charlotte! ¡Bájate de ahí!— Túlio había aparecido de sorpresa a los gritos, su ceño estaba totalmente fruncido al ver que la ley en su curso no se estaba respetando. Charlotte se bajó del banco aún los los brazos cruzados con la mirada de una fiera. —No me hagas decir dos palabras.— soltó de forma desafiante, Túlio solo se giró y se fue del salón, sin decir más nada.

ReiniciandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora