28. Feria Universitaria

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La maldita alarma suena, y cada mañana consigo odiarla un poco más. Si no fuera porque mi vida depende de mi celular ya lo abría estampado contra la pared. Pero para mi sorpresa no es la primera alarma, es tarde. Mierda ¡Me he quedado dormida!

Corro desesperadamente hacia el baño para darme una ducha, luego tomo las primeras prendas de ropa que veo: una falda de jean negra y una camiseta gris, me calzo unas zapatillas negras, tomo mi bolso y salgo a las corridas de casa.

A pesar de mi mal despertar consigo subirme al tren antes de que cierre sus puertas, una vez que bajo corro hacia High Jules. Consigo distinguir a Cansu y Antoire y una vez que doy con ellos me arrodillo del cansancio.

—Estaba a punto de llamarte.—dice Can mientras me ofrece agua.

—Llegas justo.—comenta el castaño mirando su reloj de muñeca.

Sin mucho más que decir logramos subir al bus que nos dejaría camino a la universidad de Saint Rousseau de Los Ángeles. Ezra me había dicho que era una de las más populares aquí, y para ser sincera era la única que conocía; las veces que había estado aquí había sido para vacacionar y tenía menos edad de la que tengo ahora. Como he dicho antes, nunca había considerado una universidad en específico, pero si me había planteado el hecho de que quería ser cantante de pequeña, hasta que me di cuenta de que no era tan buena en ello. Y tampoco era tan divertido como pensaba.

Antoire iba todo el viaje en silencio, como siempre. Cansu intentaba entablar una conversación conmigo, pero yo estaba demasiado distraída y presionada como para entender la mitad de las cosas que decía. En serio intentaba concentrarme, pero se me estaba haciendo imposible. 

Cuando íbamos llegando Cansu tocó mi brazo emocionada. Desde la ventanilla del bus se podía ver una universidad enorme, eran edificios blancos y grandes, con estilo de construcción victoriana y grandes carteles de color morado.

Una vez que bajamos del bus pude ver que la universidad en realidad era más grande de lo que parecía desde la ventanilla. Me sentía como una pequeña intrusa frente a un castillo. Trago saliva. Al menos no éramos los únicos estudiantes para el recorrido, había una chica alta y pelirroja recolectando los tickets. 

—¡Bienvenidos a todos y a todas! Primero les daremos una visita facultad por facultad, para que vayan viendo cada área, para que se quiten todas las dudas.— y eso fue lo único que pude escuchar ya que todos comenzaban a amontonarse y el hilo de voz de la chica se iba perdiendo.

Primero dimos un recorrido por el patio y el comedor, eran inmensos, y estaban bastante verdes. Era mucho más grande que High Jules, y estaba incluso más cuidado. Luego seguimos por el departamento de ciencias naturales, los tres andábamos dormidos; ninguno tenía interés por la biología humana o animal. Lo único divertido fue que ingresamos a un laboratorio inmenso, aunque no entendimos nada, pero las reacciones de los experimentos eran agradables de ver. Pasamos al área de ciencias exactas, lo que resultó peor que las ciencias naturales, ya que eran puros números. Can y yo no entendíamos nada, excepto Antoire, quien se puso a escuchar la charla de un contador, pero no lucía lo bastante convencido.

—¿Tú también vas a seguir por el mismo camino qué tus padres?— me acerco a él curiosa.

—Lo pensé. Pero no. Soy bueno con los números, pero no me veo viviendo de ellos toda mi vida. Me volvería loco.— y luego de finalizar sus palabras metió un chicle de nicotina a su boca. Can posó una mano en su hombro y le sonrió orgullosa. Yo también me sentí feliz por él.

Recorrimos unos cuantos pasillos más y pasamos al área de artes. El edificio era bastante colorido, y creativo, casi todas las paredes constaban con murales. Era como estudiar en una misma obra de arte. Amaba el arte, aunque nunca había sido tan buena para ello, al menos en las manuales. Habían secciones de escultura, pintura, danza, fotografía, teatro. Todo era maravilloso, pero yo seguía sin encajar en algún lugar. No sentía que las palabras de las personas que daban las charlas me encendieran alguna chispa especial. Solo eran palabras como cualquier otra. Pero al menos pudimos sacar unas cuantas fotos divertidas y otras más estilo intelectual.

ReiniciandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora